“El año del gato”

Ayer me levanté con una canción en la cabeza. Es algo que nos pasa a todos, y el día que te sucede, suena dentro de ti en bucle: acaba y empieza, una y otra vez . Pero en esta ocasión no solo no me ha molestado, sino que ha hecho que me sienta de maravilla al escuchar “The Year of the cat”, de Al Stewart. “El Año del gato” es una canción sublime, escrita y grabada en 1975, año que, según la astrología vietnamita fue “Año del Gato”. China decidió prescindir de este animal en su zodiaco, pero no así Vietnam. En este país el año del gato ocurre cada doce, y se supone un año relajado y sin sobresaltos, ideal para disfrutar de la vida al máximo.
¡Es curioso, aunque yo entonces era una cría, lo recuerdo como un año mágico! Y una especie de magia fue lo que debió ocurrirle a nuestro por entonces joven compositor.
La que, es, sin duda, considerada desde hace mucho tiempo, como una de las mejores canciones del siglo XX, tiene una singular historia detrás: Al Stewart la escribió una década antes con otro título, inspirada en las tristes vivencias de un popular cómico británico, pero, finalmente, y, tras la inesperada muerte de éste, decidió no grabarla. Eso sí, conservó la música con la confianza de alumbrar una nueva letra, que llegó el día en que viendo la inolvidable película “ Casablanca”, comenzó a reescribirla. De la historia de amor entre Ingrid Bergman y Humphrey Bogart en la inmortal cinta, le llegó la inspiración perfecta para hacer una perfecta canción. Aunque decirlo así, no sería nada justo. El tema, musicalmente hablando, es brutal, ya que contiene largas secciones instrumentales que dan mucha vida a la historia que nos cuenta la letra. ¿Quién se resiste ante los acordes del piano de Peter Wood, y coautor de la letra, el solo de violín, de guitarra acústica, de guitarra eléctrica, y el apoteósico sólo de saxo del final? Por cierto, todo ello, bajo la extraordinaria producción y dirección del gran Alan Parsons, y, por si todo esto fuera poco, fue grabada en los míticos estudios de Abbey Road. Inclasificable canción hasta la fecha, donde se mezclan pop, jazz, rock y folk, siempre resulta cálida, y proporciona el placer y la infinita euforia que sólo la música puede darnos.
Éste tampoco es un año del gato, pero los que vivimos al lado de uno, no necesitamos que lo sea para sentirnos bien. A pesar de su fama de escurridizos, los que conviven con el ser humano desde muy pequeños, llegan a ser cariñosos a su modo, aunque nunca pierdan su independencia del todo. Ya desde el antiguo Egipto, se les veneraba como dioses. Los egipcios creían en un poder mágico y protector de los gatos, que les hacía colocar estatuas de felinos fuera de sus casas, para impedir la entrada de espíritus malignos, ya que consideraban que el gato puede verlo todo. Yo no puedo probar científicamente esta afirmación, pero de lo que sí puedo dar fe es de que, al igual que la música tiene un poder calmante y sanador sobre nuestras mentes, algunos gatos cambian por completo a sus dueños, y los hacen más sociables y cariñosos. ¡Por cierto, yo conozco a uno que SÍ nació en “el año del gato”!!!
Ella no nació en el año del gato, pero sí en el del tigre, y, sí, mirándola bien, parece una tigresa, por lo general mansa, aunque alguna vez enseñe el instinto felino que todos llevan dentro. Ella es Maya, una compañera de fatigas desde hace casi once años. Para los que se lo estén preguntando: el próximo “año del gato” será en 2023. Mientras tanto, podéis escuchar una y otra vez la entrañable canción de Al Stewart, ó acariciar a vuestro gato. ¡Y, si fuera posible, las dos cosas al mismo tiempo!
Si queréis escuchar la excelente canción de Al Stewart, “Year of the cat” (que ha inspirado este post), pinchad este enlace:
https://youtu.be/dXM0xfVmpZk
"El derecho vital a decidir"

Recuerdo perfectamente el día en que me llegó una petición de mi firma apoyando el caso de Maribel Tellaetxe, una madre de Portugalete (Vizcaya), enferma de Alhzéimer, que cuando fue diagnosticada, doce años atrás, pidió a sus hijos y a su marido que el día que no los reconociese, la dejaran marchar. Desgraciadamente, puedo dar fe de que, cuando se encuentra avanzada, ésta es una de las enfermedades más duras para quien la sufre, y para los familiares directos. Recuerdo con nitidez las lágrimas que derramé mientras aportaba mi firma electrónica tras leer uno de los párrafos en los que la familia de Maribel relató lo que ella les había rogado: "Pidió no vivir sin lucidez, pidió no vivir con dolor, pidió no vivir sin poder recordar... Pidió no vivir así. Y así precisamente lo hizo constatar en su Documento de Voluntades Anticipadas, el conocido como ’Testamento Vital’, cuando estaba en plenas facultades mentales. Pero nosotros no podemos cumplir con su voluntad, porque el Estado determina que mi ama debe seguir sufriendo".
Aunque consiguieron presentar más de 300.000 firmas apoyando su causa ante el Congreso de los Diputados, no lo consiguieron: Maribel murió en marzo de 2019. En abril de ese mismo año, la opinión pública conocía otra terrible historia: la de Maria José Carrascosa, enferma terminal de esclerosis múltiple, una enfermedad que le fue diagnosticada 30 años atrás, y que la mantenía absolutamente dependiente, víctima de un gran sufrimiento, causado por dolores que ya no calmaba la morfina, y agravado por tener la consciencia de verse a sí misma en ese lamentable e irreversible estado. Fueron muchas las veces en que pidió a su marido Ángel que le ayudara a irse de una forma digna y, así, dejar de sufrir, e indirectamente, hacerle sufrir a él. Ángel confíaba en que la ley de Eutanasia llegara pronto, pero no fue así y no tuvo otra alternativa que ceder al deseo de María José.
"El hombre y la tierra"

Quizá el título de este post pueda crear expectativas más grandes que su trasfondo real. Aunque, la gran mayoría recordamos la formidable serie documental que, con ese mismo título, nos dejó el añorado Félix Rodríguez de la Fuente, ya habréis adivinado que el hombre de la fotografía no es él.
¿La década de los malos?

Hoy se cumple una década del triunfo de la selección española de fútbol en el Mundial de Sudáfrica en 2010, un acontecimiento que rebasó la barrera de lo deportivo. Todos recordamos el sentimiento de euforia colectiva, y, también, por qué no decirlo, de unidad. ¡Unión que se despertó entre la gente ante algo que creían compartir! No se "salvaban" ni los que no eran futboleros. Es cierto que fue un triunfo histórico, pero ¿Qué es lo que lleva a un país a echarse a las calles como si no hubiera un mañana, a celebrarlo más que cuando estrenamos un año nuevo, o más aún que si encontramos trabajo?
"Hoy es uno de mayo y quiero volver a Manderley"

Hoy es uno de mayo, y es el uno de mayo más atípico que, seguramente habremos vivido muchos hasta la fecha. Es un día que, ya desde niños, ha ido ligado en la memoria a un día festivo, pero no un festivo cualquiera. En el archivo de nuestra memoria aparecen fotogramas de multitudes en las calles, reivindicando las mejoras laborales en el trabajo, para quien lo tiene, y el trabajo en sí como un derecho para quien no lo tiene, que, en estos días que nos toca vivir, somos la gran mayoría.
In memoriam: ¡Yo también te llamaba Abuelo!

Que vivimos días muy tristes ya no es algo nuevo. Algunos, como nuestra familia viven hoy un día aún más triste: mi hijo y sus primos por parte de padre acaban de quedarse huérfanos de abuelo, el único que les quedaba, y, por tanto, huérfanos de abuel@s. Mi marido y sus hermanos se han quedado huérfanos de padre, y, por tanto, ya huérfanos por completo. Yo hace tiempo que me quedé huérfana, primero de padre, y años después de madre, y hoy he perdido lo más parecido a un padre, o, incluso a un abuelo, ya que no tuve la suerte de conocer a ninguno de los míos, sólo a las abuelas. De hecho todos hemos perdido al Abuelo, el Abuelo Ventura, el Abuelo de todos en mayúscula, el hermano mayor de los Rubio, una larga familia de un pequeño pueblo de Segovia con el exótico nombre de Ituero y Lama. Allí le conocí hace poco más de 30 años, y, reconozco que ya me cautivó.
Despedimos hoy a un hombre humilde, noble, trabajador a rabiar, y que se sacrificó mucho en unos años muy duros para sacar adelante a una familia de cuatro hijos y una mujer. Además de todo eso, fue siempre, hasta el final guasón, y muy familiar: quiso mucho a sus hermanos y fue muy cariñoso con todos ellos, con sus sobrinos, sus primos, sus paisanos, sus vecinos...
"Sé el Campeón de tu Vida"

10-N: ¿Todos a votar ó echarlo a los chinos?

Todos a votar, o todos a "potar", aunque, lo reconozco, ésta última sea una palabra fea ó, al menos , desagradable. Pero, ¿quién no lo ha pensado? Visto lo visto en los últimos tiempos, es lo que nos pide el cuerpo.
En la soledad y el recogimiento de los últimos días, me pregunto si debería considerar las encuestas. Después, como en un interminable monólogo, yo misma me respondo: ¿Para qué?
De soslayo, miro la prensa (con un sólo ojo), y con los titulares me sobra: Pedro Sánchez: “No se votan políticas, sino el Gobierno y el desbloqueo”. Y yo me pregunto, si consiguen que se desbloquee la situación ¿habrá que ir a votar por enésima vez por el asunto político, propiamente dicho? No puedo con la vida, me digo, y pienso en cientos, o miles de personas que sentirán lo mismo. Pero decido seguir con mi periplo y leo: “Pablo Iglesias, dispuesto a ´´tragarse sapos´´ para lograr un pacto con Pedro Sánchez”, y sigo leyendo, como decía nuestra querida Mayra Gómez Kemp: …” Iglesias es consciente de que fiar todo a lograr los diputados suficientes para forzar a Sánchez a negociar le exigirá de nuevo sacrificios. No está dispuesto a aceptar un nuevo veto, pero sí "nos vamos a tragar algún sapo que otro, porque la política implica tragarse sapos". Y yo, que no dejo de preguntarme a mí misma, en este caso te pregunto simbólicamente a ti, Pablo Iglesias: ¿Sapos y culebras?, como aquellos que, otrora, blasfemaban, cuando les tocaba la mili en Ceuta… Puestos a tragar, quizá ya da lo mismo ocho que ochenta. ¿Ó no?
Ayer hubo debate electoral femenino, ó feminista (ya no se sabe qué es lo correcto), en una de las privadas. He de reconocer que yo no vi más que cinco minutos que escogí al azar, y en ese momento no acontecía gran cosa. Refiriéndose al evento la prensa, recoge, por ejemplo:
"Cuando no hay mayoría absoluta, la solución es la coalición", dijo Irene Montero, de Podemos. ´´Las diferencias entre las dos Montero no parecieron tan profundas como las que se vieron entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hace unos días, pero es difícil saber si eso tendrá alguna consecuencia´. Yo sigo empapándome: “Al otro lado, no hubo grandes novedades. Está ya sellado que las tres derechas pactarán si alcanzan la mayoría absoluta. Lo malo para ellas es que ninguna encuesta les concede esa posibilidad. Es probable que nos quedemos sin saber cómo se hace eso de bajar todos los impuestos en un país con una deuda cercana al 100% del PIB y mantener la inversión pública”. ¿Quizá “pura magia”, posiblemente la de Magia Borrás, la de los Reyes Magos?”
Sigo con mi rodeo virtual, y finalizo: "Santiago Abascal, el candidato de Vox ha tenido una intesa campaña: Además de sus múltiples actos electorales, una visita a la finca del torero Morante de la Puebla, activo simpatizante del partido, desde donde publicó una foto con un carretón y un mensaje al presiente del Gobierno: “A mí me pasa lo que a Sánchez con la política, que solo se atreve con los muertos”. Tenéis que perdonarme, pero aquí se me viene a la cabeza el título de uno de los últimos posts que escribí: “Vamos, la de los muertos de toda la vida”. No es por nada, pero me viene que ni pintado… Y yo me pregunto (los que me leéis, ya sabéis que no dejo de preguntármelo todo): ¿Por qué los muertos son, siempre, tan recurrentes?
Parafraseando a Sócrates, ahora yo diría: "Sólo sé que no sé nada” (Y cada vez, menos)
Lo único que se me ocurre decir es que podríamos ir a votar, tal y como vamos a echar la primitiva ó el euromillón, es decir, hay gente que apuesta siempre a los mismos números y otra que va cambiando… Los que son fieles a los mismos números, no quieren ni pensar que una semana se les olvide verificar su apuesta o, por algún motivo ajeno a su voluntad, no puedan validarlo. Nunca salen sus números, a los que llevan siendo fieles toda la vida, pero viven temerosos si, alguna vez, fallan a su cita. Esto puede ser lo mismo: un día decido cambiar, porque los números por los que yo apuesto, no salen nunca, pero si un día lo hacen, ése justo es el que yo no he podido hacer válida mi apuesta.
En la vida, como en el cine, las cosas no suceden igual… En la política, aún menos. Si yo estoy convencida de lo que voto, ¿qué pasa, que porque ustedes convoquen elecciones una y otra vez, yo tengo que cambiar mi voto, para que a ustedes les salgan las cuentas? ¡No, hombre, NO! Oímos decir que abstenerse, nunca. ¿Hemos llegado a un punto en que, quizá, habrá que “echarlo a los chinos? ¡Qué pena de país, que, posiblemente, sea el único que rema en su contra!
"Algo de mí... algo de ti"

Se me hace difícil empezar a escribir unas palabras sobre alguien que se acaba de ir. Acaba de morir Camilo Sesto, la voz portentosa que ha dejado huella en varias generaciones, no sólo en España, también en toda Hipanoamérica, alguien que fue, y seguirá siendo, siempre, muy grande.
Quiero saber, quiero saber, Señor
Quiero saber, quiero saber, Señor
Con morir, qué voy a conseguir
al morir que voy a conseguir...
No soy yo quién debería responderte, pero, al menos, lo voy a intentar:
Lo que has conseguido al morir, querido Camilo, ha sido poner en marcha la maquinaria de los que no callan ni debajo del agua. De los que opinan de todo, sin tener idea de nada. De los que ahora te ponen en un pedestal, pero un día te "machacaron" criticando tu aspecto de los últimos tiempos, y se dedicaron a hablar sólo de tu deterioro físico, en vez de reconocer el gran artista que fuiste y serás para siempre. Eso es lo bueno que tenéis los artistas de verdad (No confundir con otros que se llaman artistas a sí mismos, y que, últimamente abundan en todos los ámbitos, y en realidad son unos mediocres, o, muchas veces, ni eso...) Los artistas de verdad sois inmortales gracias a vuestra obra, y ése, aunque no podáis verlo, quizá sea el premio más grande, sobre todo para vuestros seguidores, que podemos disfrutar de ella siempre.
Tampoco es la primera vez que mueres. Han sido muchas las veces que ha aparecido publicada la noticia de tu muerte. ¡Lo malo es que ésta ha sido la de verdad! Lo bueno, es haber llegado a lo más alto por méritos propios. Con más de 170 millones de discos vendidos en todo el mundo, entre sus seis mil conciertos destaca el que ofreciste en el Madison Square Garden, de Nueva York, donde te presentaron como el Sinatra español. ¡Ahí es nada, pero con permiso de los americanos, ya quisiera el que llegó a ser marido de Ava Gardner, aunque el "flacucho" no cantara mal!!!
Lo bueno es que perseguiste tus sueños desde el principio, y no se te puso nada por delante. En 1975, y con Franco aún moribundo, pero vivo, contra todo pronóstico, te empeñaste de todas las formas posibles: invirtiendo tu dinero para producir la gran ópera rock "Jesucristo Superstar", y teniendo mucho arrojo ante los incrédulos de que aquéllo era factible. De hecho, se ha reconocido como el primer Musical que se hizo en España.
Y lo bueno, es, que, además de todo eso: de ser un grande de la canción, un triunfador en todo el mundo y compositor de todas tus canciones (esto merece ser destacado, porque, aunque parezca mentira, mucha gente no lo sabe, ó no quiere darse por enterada), fuiste humilde, cercano y buena gente. Algunos quieren insistir en lo contrario, pero la gente inteligente sabe leer entre líneas. Es cierto que también algo excéntrico, pero eso forma parte del adn del artista genuino.
Había pasado mucho tiempo desde que te vi con quince años sobre un escenario. Nunca olvidaré el día que, acompañando a mi añorada madre, a una consulta médica, nos tropezamos con él al salir de un ascensor en el Hospital "Puerta de Hierro",de Majadahonda (Madrid). Iba con gafas oscuras que tapaban gran parte de su rostro, pero supe que era él desde el primer momento. Solté el brazo de mi madre diciéndole que me esperase un momento, y salí tras él. Le abordé con mucho respeto, y me presenté: "Hola Camilo, soy Mercedes. Discúlpame, pero te he reconocido y no podía cruzarme contigo sin más. Soy periodista, pero no te asustes, sobre todo soy una gran seguidora tuya de toda la vida. Fui muchas veces a verte con 14 y 15 años al Gran Musical de los 40 Principales". Mientras se quitaba las gafas, me regaló una gran sonrisa y nos dimos dos besos. En aquel momento miré hacia donde había dejado a mi madre, y se lo dije. No tuve que ir yo a buscarla, fue él quien tomó la iniciativa y junto a mí se acercó hacia ella. Se la presenté y le dije que, también, era otra fan (que conste en acta que no me gusta nada esa palabreja de importación) de sus canciones. Es imposible reproducir con palabras aquella escena. Tras las presentaciones, parecía que nos conocíamos de siempre. Es de justicia decir que, aunque conozco a muchos de los grandes, por haberlos entrevistado, pocos habrá que en una situación como la que estoy compartiendo hoy con vosotros, se mostrarían tan cercanos. Al fin y al cabo, estábamos en un hospital, pero nos sentimos tan a gusto que creo que durante el tiempo que estuvimos charlando, a los tres se nos olvidó por completo. Nos despedimos con la confianza de, por qué no, volvernos a encontrar.
Hoy, recordando aquel día, sonrío, pero también se me nublan los ojos, porque evocar aquello es, también, recordar a mi madre, que se nos fue hace más de cuatro años. De hecho, antes de enfermar, fue una de las vivencias que le reportaron gran satisfacción, y así lo comentaba a los allegados: ¡Qué gran persona, Camilo Sesto! ¡Y qué grande ella también!
Con muchos de los títulos de tus canciones podría escribir la historia de mi vida, y la de muchas otras, pero eso lo dejo para otro día. Hoy sólo te diré: "Algo de mí ... no dejará de quererte "Jamás". "Algo de ti", de tu música lleva estando conmigo desde hace mucho tiempo, y lo estará siempre. Y, sobre todo, quiero darte las gracias por habernos dado y dejado tanto.
En la vida, una de las cosas que a mí me importa, es dejar nuestra esencia en los que nos han tratado, y comprobar que, aunque pase el tiempo, se han “empapado” de ella. Puedo asegurarte que de la de mi madre, estoy empapadísima. Hoy soy consciente de que la tuya también me ha calado.
¡Vamos, la de los muertos de toda la vida!

Aunque el calor seguirá presente, Septiembre se ha desplomado sobre nosotros con toda su fuerza. Su vecino agosto se ha llevado consigo esas playas atestadas, el chiringuito y sus listas de espera, las rebajas y su remate final, y esa vida que durante este tiempo se nos ha antojado algo más liviana.
Sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual
Las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más