Casualmente, a unos 18 kilómetros de aquí, es decir en pleno centro de Madrid, todo está dispuesto para que dé comienzo una manifestación que bajo el lema "Por una sanidad pública y de calidad", reúne, sin fisuras, a todos los estamentos de un sector que ya "no puede más". Exigen a la Comunidad de Madrid más recursos para el sistema público de Salud, la mejora de las condiciones laborales de los profesionales y el aumento de la financiación. Además de las listas de espera para operarse, la falta de de recursos, sobre todo humanos, los visos de privatización, el asunto iba "calentándose" más desde el anuncio reciente de que el gobierno de la Comunidad de Madrid, pretende reabrir los Servicios de Urgencias de Atención Primarias (SUAP, cerrados en la pandemia), sin reclutar más personal, algo que ha causado, con toda la lógica del mundo, un enorme malestar al traducirse esta circunstancia en más precariedad, amén de un exceso de trabajo en las plantillas.
Se pueden leer duros testimonios de muchos sanitarios en algunos medios de comunicación escritos que han informado sobre la protesta: "Hemos pasado de ser héroes a que nos den la patada". "Recortes, desmantelamiento y privatizaciones de una sanidad pública que agoniza, por la mala gestión de los políticos que gobiernan la Comunidad de Madrid". "El plan de actuación que tiene el gobierno regional solo va en deterioro de la salud de l@s madrileñ@s, y exigimos que los profesionales sanitarios tengan unas condiciones dignas, para que no tengan que irse a otras comunidades que les mejoran sus condiciones laborales"...
¡Con qué rapidez olvidamos todo, hasta lo más importante! Hemos pasado una pandemia, ellos han estado ahí, en primera línea, dándolo todo, en algunos casos, hasta su vida. Todos hemos estado en sus manos, ahora es el momento de apoyarles, de estar con ellos, de cuidarles, porque, no nos olvidemos, al menos de esto: Cuidar de ellos es cuidar de nosotros, los pacientes, los que ya lo son en estos momentos, y los que lo serán algún día. ¡Mucho salir al balcón a aplaudirles todas las tardes, y, luego, "si te he visto, no me acuerdo"!
Volvamos a la señora que yacía en una calle de Móstoles, donde, aunque pasaban los minutos, y no llegaban ni la policía local ni los servicios sanitarios de emergencia, sí lo hacían cada vez más curiosos. Aunque no estaban en la manifestación de la capital, y ni siquiera muchos sabían de su convocatoria, repetían en voz alta cosas muy parecidas: "Parece mentira, si va a hacer media hora que se llamó y aquí no aparece nadie"... "Ay, Dios mío, si parece que la mujer está muerta"... "Ya lo ven ustedes, que a uno le da un jamacuco en plena calle, y ahí se queda tirada, sin nadie que le atienda y se va para el otro barrio en un santiamén"... De repente, en la lejanía, se empiezan a oir las sirenas, no una sino varias. Cuando se acercan, aquello parece casi una verbena. Según los numerosos testigos, pasa ya de largo la media hora desde que se avisó, y tras descender de un coche la policía local, llega una ambulancia del SUMMA, y otras dos, que, por lo que consigo averiguar, proceden de otros municipios cercanos a Móstoles.
Algunos de los curiosos comiezan a distanciarse, y otros, directamente, se van. Decido quedarme un rato más, sobre todo por interesarme por el estado de salud de la señora que sigue en el suelo sin mover un músculo. Tras las primeras maniobras de reanimación, consiguen ponerla en la camilla que la sube a la UVI medicalizada. Cuando aquello se empieza a despejar, abordo con todo el respeto a un sanitario cuyo rostro delata una envidiable juventud. Le pregunto si la señora se va a salvar, me contesta que no lo sabe. Aunque le advierto que no va dirigida a él, lanzo al aire una pregunta en voz alta: ¿Cómo es posible que en una ciudad como ésta, con más de doscientos mil habitantes, tarde casi 40 minutos en llegar la asistencia urgente a alguien que se ha desplomado en la calle?
El chico sabe que la pregunta no va para él pero la responde, y me dice con los ojos clavados en el suelo: "Si usted supiera, a veces tenemos que hacer malabares para poder atender a todo lo que se nos llama. Falta gente, faltan muchas cosas..." Le miro con empatía y le transmito toda mi solidaridad hacia él y sus compañeros. Me despido, miro la escena por última vez y doy la vuelta para iniciar el camino hacia mi casa. Voy triste, voy pensando en la señora, ¿Qué será de ella? ¿Tendrá familia? Si es así, ¿Les llamarán pronto? Mientras cruzo un paso de cebra, me digo a mí misma: "Después de ser testigo de algo así, ahora sí que creo que la SALUD (en mayúsculas) es lo que de verdad importa. Pero, claro, si falta, es igual de importante tener quien te atienda, que te puedan atender con rapidez si es algo urgente, porque de ello depende que sigas con tu vida, o, en un instante la pierdas". ¿Vamos a seguir de brazos cruzados? Ya sé que algunos prefieren irse de cañas, y están en todo su derecho, pero algún día, al volver de esa terracita donde te las has tomado, te puedes caer en la calle por diversos motivos, y si no recibes una atención de emergencia, tal vez, sólo tal vez, no puedas volver a quedar con tus amigos para tomarte otra.
"Defendamos la Sanidad pública, defendamos a los profesionales de la salud...
¡Si ellos están en riesgo... los pacientes también!
2 comentarios
Isidro Jara -
Todo el mundo a la calle a luchar por una verdadera va salud pública.
Carlos -