"Fechas que humanizan"
Hoy se celebra el Día Internacional de Nelson Mandela, en homenaje a ese gran hombre que luchó por la igualdad, la paz y la justicia, hasta que nos dejó a los 95 años, en 2013. Hoy, hubiera cumplido 97, y tomando el día de su nacimiento, la Asamblea General de la ONU proclamó el 18 de julio como la fecha en que sería recordado por su contribución a un mundo mejor.
El hombre que entonó entre otras muchas, la consigna: “Podemos cambiar el mundo, y hacer que sea un mundo mejor. Está en tu mano hacerlo realidad”, dedicó su vida al servicio de la humanidad, trabajando por la paz, como abogado defensor de los derechos humanos, como preso de conciencia durante 27 años, y después como presidente de su amada Sudáfrica.
Hace un año que tuve ocasión de asistir a una interesante conferencia con varios ponentes, bajo el título “Nuevos líderes para nuevos tiempos”. Uno de ellos, Federico Mayor Zaragoza, que fue Director de la Unesco durante trece años, aprovechó su ponencia para contar algunas de sus vivencias, a lo largo de tantos años, con su amigo Nelson Mandela. Aquello fue fabuloso. Antes de entrar, yo no podía imaginar que tendría el privilegio de conocer de primera mano la grandeza de aquel hombre, que no dejó de luchar un segundo en su larga vida porque las cosas cambiaran.
Yo reconozco que me emocioné muchísimo cuando escuché a F. Mayor Zaragoza, contar con el entusiasmo propio de un chaval que empieza a vivir cómo, a su vez, él se emocionaba, en el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “cuando ví a una persona de 90 años recitando de memoria y con lágrimas en los ojos, el preámbulo de la declaración universal”. Emoción que contagió a un auditorio que aquella mañana de enero, no pestañeaba para no perder detalle.
“Cómo él no se cansó nunca de manifestar –continuó-, el contenido de este preámbulo es para liberar a la humanidad del miedo, un miedo que, muchas veces, hace que no actuemos, que seamos, en el fondo, lo que siempre hemos sido los seres humanos. La gente nacía, vivía y moría en espacios pequeños, no conocía más que lo que sucedía en un entorno de 50 Kms cuadrados: un proceso de anonimato, de invisibilidad, de temor, de obediencia. Han sido súbditos, no ciudadanos. Muchas personas han tenido que entregar su vida, que es lo único que tenían, a los designios del poder”.
Mientras todos aplaudíamos aquellas palabras, Mayor Zaragoza echaba mano del vaso de agua que tenía a su derecha, y aprovechaba para refrescarse la garganta. Antes de que le diera tiempo a recuperarse, ya entonaba con más entusiasmo, si cabe, otra de las costantes por las que apostó siempre su amigo Mandela. “La educación no es aprender Inglés ni Matemáticas, -sentenció, parafraseándole- . Educar es formar a personas libres y responsables.
En el contexto de aquella conferencia, prosiguió: “Ésta es otra de las reflexiones que hoy es importante hacer en voz alta para estos nuevos líderes, para que estos ejemplos nos hagan cambiar. Tenemos que atrevernos, atrevernos sin conocimiento es muy peligroso, pero NO atrevernos cono conocimiento, hace que éste sea inútil. Por lo tanto, tenemos esa capacidad de liderazgo que tuvo él”.
Cada año, desde hace ya séis, la Fundación "Nelson Mandela", pide a todos los que puedan, dedicar 67 minutos, es decir, uno por cada año de los que dedicó el líder africano a trabajar en beneficio de la Humanidad, a que los dediquen a pequeños o grandes gestos de solidaridad con quienes lo necesiten, que no miremos para otro lado cuando vemos lo que es incómodo a la vista.
En cualquier caso, y ya lo he manifestado públicamente en más de una ocasión, no soy muy partidaria de los “Días de…”, aunque si sirven para concienciarnos algo más, o simplemente percatarse de algo en lo que ni siquiera pensamos en nuestro día a día, bienvenidos sean. Desde aquí, solo quiero aprovechar este día para recordar algunas de las máximas que trazaron el camino de Nelson Mandela, y que si, cada uno de nosotros, recordara cada día, todos contribuiríamos, con toda seguridad, a un mundo algo mejor. Parafraseando a la Madre Teresa de Calcuta, es cierto que a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo como una gota en el mar, pero, desde luego, el mar sería menos si le faltara esa gota. El mundo tiene que ir a mejor, todos y cada uno debemos hacerlo posible. Es una responsabilidad compartida.
“Todo parece imposible hasta que se hace”..
“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”.
“La mayor gloria no es caer, sino levantarse siempre”
“Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente el miedo, sino aquel que conquista ese miedo”.
“Nada resulta tan deshumanizador como la ausencia de contacto humano”.
“La prisión me había robado la libertad, pero no los recuerdos”.
“Aprendí que humillar a otra persona es hacerle sufrir un destino innecesariamente cruel”.
“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”
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