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¿La década de los malos?

¿La década de los malos?

 

Hoy se cumple una década del triunfo de la selección española de fútbol en el Mundial de Sudáfrica en 2010, un acontecimiento que rebasó la barrera de lo deportivo. Todos recordamos el sentimiento de euforia colectiva, y, también, por qué no decirlo, de unidad. ¡Unión que se despertó entre la gente ante algo que creían compartir! No se "salvaban" ni los que no eran futboleros. Es cierto que fue un triunfo histórico, pero ¿Qué es lo que lleva a un país a echarse a las calles como si no hubiera un mañana, a celebrarlo más que cuando estrenamos un año nuevo, o más aún que si encontramos trabajo? 


Hablando de trabajo, ésta no ha sido precisamente la década prodigiosa en ese ámbito: desde la crisis de 2008 se empezó a destruir empleo como si ése fuera el deporte nacional y no el dar patadas a un balón, al que aludía anteriormente. Muchas pequeñas y medianas empresas desaparecieron como por arte de magia, la burbuja hizo estallar todo por los aires, los casos de corrupción que ya existían, no es que empezaran a multiplicarse, es que se elevaron a la enésima potencia. La Reforma Laboral de 2012 fue como "Lo que el viento se llevó", ó por poner otro símil, como Atila y los Hunos, que por donde pasaban, no volvía a crecer la hierba. Para entonces, la gente no podía darse ya cuenta de si crecía ó no la hierba, ya que muchos estaban tan preocupados viendo cómo se quedaban sin sus empleos, visualizando con los ojos del horror la imagen del desahucio cuando ya no fuera posible dilatar más el pago de la hipoteca, ó, incluso, tomando decisiones absolutamente trágicas.

Entretanto, los años iban pasando, y algunos medios de comunicación "nos vendían la moto" de que empezaba a verse la luz al final del túnel. ¿Qué luz, para los que seguían sin encontrar trabajo, y mira que lo intentaban, y por entonces ya habían agotado todos los subsidios de desempleo posibles y por haber? ¿Qué túnel, sino en el que much@s pensaban que se tendrían que meter a sobrevivir? No, corrijo el verbo: a sobrevivir no, a estar "muertos en vida" (que es aún peor que estar muertos de verdad), y que, desafortunadamente, es la realidad de miles de personas que lo perdieron todo y no consiguieron remontar. Muchos padres se quejan de que sus hijos con más de 30 años, y sin ningún tipo de futuro, no pueden independizarse y tienen que seguir obligatoriamente viviendo con ellos. Pero se le puede dar la vuelta al asunto, porque de hecho existe.

¿Sabían muchos de ustedes que a muchas personas en nuestro país, hombres y mujeres de más de 50 años con trayectorias profesionales brillantes, nadie les da ya una oportunidad laboral para desarrollar todo su potencial? Sí, así es, y lo es a causa del llamado "Edadismo" ó discriminación laboral por motivos de edad, y tienen que volver a ser acogidos por sus padres, ya ancianos, para que no vivan en la calle y se mueran de hambre, ó las dos cosas juntas. Sé de buena tinta que, en esos casos, aunque algunos de ellos no perezcan de hambre, y tengan un techo donde cobijarse, muchos están abocados a una muerte civil, y a que la sociedad, cruel a más no poder, les ningunee, y les recuerde cada día que no cuentan, que no existen. Tanto es así, al igual que otras muchas cosas que no nos cuentan, que algun@s de ell@s no pueden soportar la humillación y la pena, y se quitan la vida. Soy consciente de que es terrible lo que afirmo, pero ya está bien de cinismo por parte de los medios, de maquillar la realidad, de contar las cosas de otro modo ó verdades a medias.

Esto no pretendía ser lo que está siendo. Empecé recordando la efeméride que hoy nos ocupa de los díez años que han transcurrido desde que fuimos campeones de España (dicho así, en primera persona del plural, con sentido de la pertenencia), y nunca voy a criticar ese sentimiento de percepción de unidad. Pero si la hay en estas cosas, la echo de menos, y mucho en otros órdenes de la vida, en lo que de verdad nos debería unir para reivindicar los derechos que, poco a poco, hemos ido perdiendo. Aunque muchos no hayamos participado en ello, no se nos olvida que costó mucho, pero que mucho, lograr que fueran un hecho. ¡Muchos creen que, como el sol y el mar, ya estaban ahí, desde tiempo inmemoriales.  

Viene a mi memoria una frase que he escuchado algunas veces en los últimos años: "Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos". ¿Saben lo que les digo, que quizá tenga más razón de la que parece a priori... Porque a ver, por ejemplo ¿Creen ustedes que es tan malo un hombre como Walter White, el protagonista de la aclamada serie "Breaking Bad" por fabricar metaanfetamina y querer dejar bien situada a su familia, cuando él, diagnosticado de un cáncer de pulmón terminal, ya no esté? ¿Es mejor el ex jefe del Estado por aceptar presuntamente los millones que recibía como regalo de Arabia Saudí, a través de cuentas en Suiza? ¡Generoso sí era, aunque no precisamente con su pueblo, que, como he descrito anteriormente, no atravesaba buenos momentos! ¡Parece ser que lo fue con su amiga especial, la falsa princesa alemana, que con sus atributos bien recauchutados, ponía firme al personal! En fin, ¡Qué pena, el país de charanga y pandereta al que se refirió Machado, sigue siéndolo, aunque ahora el ruido proviene más del miserable derroche de unos mientras otros carecen de lo más básico! A mí si me dan a elegir, preferiría ser Heisenberg, que el otro, que adiestra a yernos y les hace un buen "networking". Al malo de "Breaking Bad", al menos su cuñado, miembro de la DEA (Administración para el Control de Drogas), no le pasa una, y le persigue hasta el final. Por eso, y por muchas otras cosas, ahora lo digo yo, ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Pero ¡Dios nos coja confesados de unos y de otros! 

Después de haber soltado mi parrafada sobre mi elevado sentido de la justicia social, hoy por primera vez voy a reivindicarme a mí misma, pero antes les haré una confesión: hace unos días, el 29 de junio, con motivo del día de San Pedro, aproveché para enviar un correo electrónico a Pedro Sánchez, vamos, al Presidente del Gobierno. Conozco a otras personas que se llaman igual de nombre y primer apellido, pero en esta ocasión es a él a quien me dirigía. Tenía una dirección personal de email de cuando era Concejal en el Ayuntamiento de Madrid, y teníamos algo de trato a través de las redes. En junio de 2018, y tras la moción de censura, le felicité por esta vía y me contestó: un escueto "¡Gracias, Mercedes!", pero el otro día, como aproveché el correo de felicitación de onomástica para comentarle, además, algunos asuntos preocupantes como la existencia de este colectivo, cada día más numeroso, de los mayores de 45/50 años, y su problemática, quizá ya no estaba tan predispuesto a la respuesta, fuera la que fuera, ó simplemente mera cortesía. O, tal vez, no quiero ser mal pensada: me dije: "este hombre debe  tener la agenda que no da abasto, y yo aquí incordiando con estos problemas del país".

¡Ay, Merceditas, me dije, si es que no tienes arreglo! Pero sí que lo tengo, y hoy, como os decía antes, me voy a reivindicar. ¿Habéis notado que ya os tuteo? Es más cercano. Bueno, pues ésa soy yo: una persona cercana, que se define como profesional de la comunicación en todos sus ámbitos, curtida en radio y televisión durante muchos años, tras ejercer como Redactora, Reportera, Editora, Presentadora y Directora de Programa Debate, Informativos, y Formatos de Entretenimiento. Algo que no voy a olvidar es que un alto directivo de uno de los principales grupos de comunicación del país me dijo en cierta ocasión: "Eres la misma dentro que fuera del plató, y eso la gente lo nota, y lo agradece". ¿Queréis saber lo que yo agradezco muchísimo? Que la audiencia, el público que me ha seguido durante años, me hayan dicho, unas veces en persona, o a través de mensajes, que "al seguirte a diario, te consideramos como de nuestra familia". ¿Hay algo que llene más en esta profesión? Pues eso, que hoy me reivindico, y os aseguro que sigo siendo la misma de siempre, con lo que tuviera de malo, pero también de bueno, y todo ese potencial, que, según muchos, sigue acompañándome, se está desperdiciando por discriminar y no dar oportunidades a quienes tenemos aún mucho que ofrecer!  Lo siento por todos, por mí desde luego, pero también por tod@s los que se lo están perdiendo!!!

Como dijo mi querida Escarlata O’Hara: "Mañana será otro día...", y posiblemente, seguiremos hablando del Mundial.

"Hoy es uno de mayo y quiero volver a Manderley"

"Hoy es uno de mayo y quiero volver a Manderley"

Hoy es uno de mayo, y es el uno de mayo más atípico que, seguramente habremos vivido muchos hasta la fecha. Es un día que, ya desde niños, ha ido ligado en la memoria a un día festivo, pero no un festivo cualquiera. En el archivo de nuestra memoria aparecen fotogramas de multitudes en las calles, reivindicando las mejoras laborales en el trabajo, para quien lo tiene, y el trabajo en sí como un derecho para quien no lo tiene, que, en estos días que nos toca vivir, somos la gran mayoría.


Lo que hace, además, muy especial a esta festividad es que se celebra en casi todo el mundo, y ya nos hemos acostumbrado a ver que todos los primeros de mayo, los informativos abren con imágenes de las ciudades más importantes del mundo, llenas de gente en la calle, reivindicando derechos, pero, al mismo tiempo, con ambiente festivo. Este año no ha sido así: el COVID-19, lo ha cambiado todo. El Covid, coronavirus, el bicho, ó, en adelante CV para los amigos (aunque no creo que tenga ninguno) ha dejado un mundo de calles vacías de un día para otro, calles vacías que no celebran el día de trabajo, ni las fallas en Marzo, ni Semana Santa, ni nada. Poco ha faltado para que esa desolada imagen de la Puerta del Sol sin un alma, que ahora nos muestran las televisiones, haya coindicido con la Nochevieja y las campanadas. ¿Alguien puede situarse por un momento en las 23.55 del 31 de diciembre, plato de uvas ya peladas y sin huesos, el cava y las copas a punto, plano del majestuoso reloj, y el realizador que cambia a plano general de la Plaza, y ¡Horror! Está vacía, no hay ni Dios? Hasta hace poco, nos habríamos quedado en shock. Hoy ya no. Hoy es uno de mayo, sí, Día Internacional de los Trabajadores ó Fiesta Internacional del Trabajo, y no sólo no podemos salir a la calle a celebrarlo en todo el mundo, como todos los años, sino que, además, hay poco que celebrar. Pero,como digo, hoy ya no nos quedaríamos "a cuadros" tras ver la Puerta del Sol como su madre la trajo al mundo, porque es uno de mayo, vuelvo a decir, y han pasado casi 50 días desde que nos castigaron sin salir, como cuando éramos pequeños y hacíamos alguna trastada. ¡Todo lo que conocíamos como "normalidad" se ha derrumbado! Pero seguimos, y no nos rendimos. ¡No podemos permitírnoslo! En ese área, no hay concesiones que valgan. 

Este año, el Día del Trabajo, aunque sin gente en las calles,debería celebrarse como un homenaje a los trabajadores que han perdido su vida, ó se la han jugado, y se la juegan para salvar otras. Un homenaje a todos los trabajadores de "servicios esenciales", que continúan cada día sumando para que los demás podamos "seguir", aunque sea dentro. Al final, prevalece, como no puede ser de otro modo, la capacidad de adaptación del ser humano ante cualquier circunstancia, por adversa que ésta sea. Alguien dijo una vez, y no se equivocó que "No es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevivirá, sino el que mejor pueda manejar el cambio". Y así estamos, intentando no decaer, asumiendo todo lo que ha pasado, y haciendo acopio de energía para cuando empecemos a "volver". Dicen que ya no hay vuelta a la "normalidad" como la conocíamos, quizá salgamos "ganando" en algunas cosas que hasta ahora ni nos habíamos planteado. Vaya por delante que la economía tiene que resurgir de sus cenizas, pero, en este largo período de vivir de puertas para adentro, muchos han podido comprobar que no hace falta consumir tanto para "ser feliz", que esa "felicidad" ó como cada uno quiera llamarla, no la da estrenar modelito cada día del año para "deslumbrar" en la oficina, y comprarnos ese coche de gama alta el año que viene. Por cierto, esto nos ha hecho ralentizar nuestras mentes, vivir más en el presente, y disfrutar de cada cosa a la que antes no se le daba importancia. Los padres y los hijos están pasando mucho tiempo juntos, y, cuando transcurran unos meses, lo recordarán como algo grandioso en sus vidas. El año que viene, ya vendrá. Pero hoy tenemos este día, hoy es uno de mayo, y es atípico, sí, porque cada año suele convertirse en un puente para salir unos días a descansar a otras ciudades. El día que, por fin, viajemos, aunque sea a 50 kilómetros, nos parecerá, sin duda, el mejor de los viajes. ¡Disfrutaremos de esa salida, como nunca hubiéramos imaginado!  Es duro, pero el ser humano aprende a valorar lo que tiene cuando lo ha perdido, o, de momento, ya no lo tiene a su alcance.

En estos días de confinamiento, en los que la mayoría descubre nuevas actividades, disfruta leyendo, cocinando ó viendo series, son muchos los que se decantan por volver a ver películas clásicas. Además, al hilo de homenajes, estos días en que se cumplen 40 años del fallecimiento del gran Alfred Hitchcock, gran maestro del suspense, aprovechamos para volver a visionar algunos de sus inolvidables títulos, que hoy, primero de mayo, yo tomo prestados para, a modo de síntesís, reescribir la otra crónica de unos días que forman parte ya de la historia, la de cada uno, y la colectiva, y que no olvidaremos...

"Anoche soñé que había vuelto a Manderley".... Pero, al despertar, para mi decepción, comprobé que era sólo un sueño. Al levantarme, fui directamente hacia la ventana, que esa mañana me mostraba una calle, extrañamente desierta de coches y personas. Sin embargo, esa ventana, más indiscreta que nunca me mostraba, como nunca antes, todo lo que pasaba en otras casas frente a la mía. Pensé que estaba aún medio adormilada, y que me vendría bien un poco de aire fresco en el rostro. Cuando me disponía a abrirla de par en par,  dos pajarillos se posaron en el alféizar, y antes de que me diera tiempo a disfrutar la escena, ví a lo lejos una bandada de enormes pajarracos que sin duda se dirigían hacia la única ventana abierta que avistaron.  Mis reflejos no fallaron y reaccioné cerrando de golpe. Aturdida por lo que acababa de ver, tomé el pasillo en dirección a la cocina. con la intención de ponerme un café bien cargado y despertarme de una vez. Al llegar no me detuve y seguí hacia el salón para poner la televisión. Al volver sobre mis pasos con la intención de coger la taza y meterla al microondas, unas rotundas palabras a mi espalda, que provenían del televisor, me detuvieron: ¡"Psicosis" en todo el planeta! El mundo entero está en cuarentena por un virus! La "Sospecha" de "Un hombre que sabía demasiado no deja de planear, y dejar en el aire "La sombra de una duda". Abandono la idea del café, y me planto, desafiante, ante el aparato. En voz alta digo: No es verdad, hace poco lo soñé, y noto que, de repente, soy presa de un "Vértigo" infinito que me hace caer hacia el lado izquierdo. El sofá me ha salvado esta vez. Pero mi mente no es capaz de procesar lo que está sucediendo, y trato de serename, diciéndome: "Recuerda", que hace pocos días alguien que no recuerdo me dijo que algo oscuro estaba por llegar, y que, días atrás, había visto a dos "Extraños en un Tren",  como si estuvieran "Encadenados", y planeando algo siniestro. No sé quién era, pero, recuerdo que le contesté que era un peliculero, y se dejara de historias. Antes de irse, me dijo: eres la única a la que se lo voy a decir: "Yo confieso" que dentro de tres días cometeré un "Crimen perfecto", y después, cruzaré el Atlántico para reunirme con ella, mi querida "Marnie", la ladrona. Ella ya no tendrá que robar más, se lo prometí hace un mes. Lo último que me dijo antes de irse es que prefería bajar los "39 escalones" que le separaban de la calle, y no coger el ascensor para no cruzarse con nadie. Cuando, algo más tranquila, conseguí levantarme del sofá, sentí fresco sobre los hombros desnudos, y volví a mi habitación para ponerme una "Rebeca".  Fue en ese momento, cuando desperté. y comprendí que todo había sido una pesadilla. Muy surrealista, por cierto, pero ¿qué pesadilla no lo es?  Mientras me calzaba las zapatillas sin talón, me dije´:

"Hoy será el uno de mayo más extraño que he vivido".

In memoriam: ¡Yo también te llamaba Abuelo!

In memoriam: ¡Yo también te llamaba Abuelo!

Que vivimos días muy tristes ya no es algo nuevo. Algunos, como nuestra familia viven hoy un día aún más triste: mi hijo y sus primos por parte de padre acaban de quedarse huérfanos de abuelo, el  único que les quedaba, y, por tanto, huérfanos de abuel@s. Mi marido y sus hermanos se han quedado huérfanos de padre, y, por tanto, ya huérfanos por completo. Yo hace tiempo que me quedé huérfana, primero de padre, y años después de madre, y hoy he perdido lo más parecido a un padre, o, incluso a un abuelo, ya que no tuve la suerte de conocer a ninguno de los míos, sólo a las abuelas. De hecho todos hemos perdido al Abuelo, el Abuelo Ventura, el Abuelo de todos en mayúscula, el hermano mayor de los Rubio, una larga familia de un pequeño pueblo de Segovia con el exótico nombre de Ituero y Lama. Allí le conocí hace poco más de 30 años, y, reconozco que ya me cautivó. 

 Despedimos hoy a un hombre humilde, noble, trabajador a rabiar, y que se sacrificó mucho en unos años muy duros para sacar adelante a una familia de cuatro hijos y una mujer. Además de todo eso, fue siempre, hasta el final guasón, y muy familiar: quiso mucho a sus hermanos y fue muy cariñoso con todos ellos,  con sus sobrinos, sus primos, sus paisanos, sus vecinos... 

Sí, puedo afirmar, sin temor a equivocarme ni a exagerar, que fue de esas personas a las que todo el mundo quería. Un hombre, como dijera Machado, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Sólo he conocido en mi vida a otras tres personas que fueran poseedoras de esa bondad infinita, que ya tanto escasea. Él era uno de ellos, y yo, dentro de la infinita tristeza que hoy siento, también me doy cuenta de lo afortunada que soy de haber podido conocerle, tratarle, y que, además,  me quisiera. Eso me ayudará, sin duda, a recordarle con alegría, y a valorar más lo que de verdad merece la pena.
Con casi un siglo de intensa vida, se va habiendo asistido a todos los grandes cambios que la humanidad ha experimentado desde que el día de San Esteban de 1920 llegó a este mundo. ¡Qué poquito te ha faltado, Abuelo querido, para llegar a celebrar ese 100, tan rotundo!  Hace un rato se me venía una idea a la cabeza que puede parecer un poco simple, pero, técnicamente, es verdad. ¡Él ha vivido un siglo! Sí, además un siglo exacto: nueve meses de vida intrauterina y 99 años y tres meses en lo que llamamos mundo.

En fin, cuando podamos y salgamos de este confinamiento que vivimos, y, sobre todo, de esta insólita y excepcional situación en la que estamos inmersos, te haremos el homenaje que mereces, y tus cenizas descansarán en la huerta de tus amores. Ese día, el sol brillará con más intensidad que nunca para la ocasión, y en verano brotarán unos tomates que nos recordarán a ti siempre. Después, algunos, los profanos, seguiremos pensando en algunas de las cosas que decías, torciendo el gesto, y que tanta gracia nos hacían: "Este verano, los melones van más tardíos que nunca", o "da gusto de ver los judiones". Tú ya no veías bien desde hace algún tiempo, pero eso no te quitaba la capacidad de disfrutar de las cosas más sencillas, quizá mucho más, incluso, que otras personas. Tenías el don de la ilusión, el entusiasmo y el coraje de vivir, hasta el final, y con tanta intensidad, que hasta lo contagiabas a algun@s mucho más jóvenes. Eras de otra época, sí, pero también has vivido en ésta y has sabido capearla y vivirla hasta el final. No sólo no te olvidaremos, sino que eres ya un gran ejemplo a seguir por todos nosotros.

Abuelo,
Abuelo Ventura... 
Hoy los pajarillos que sobrevuelan la huerta
cantan sin tanta gana,
pero volverán a hacerlo.
Porque desde hoy ellos te hacen un hueco allí,
En su tierra,
En la tuya
En la tierra que te vió nacer,
y que tanto amaste
Ahora, y hasta que te aposentes en ella,
Vuela alto, vuela libre, 
¡Querido Abuelo!

"Sé el Campeón de tu Vida"

"Sé el Campeón de tu Vida"

He dejado de escribir lo que yo denominaba mi reseña de fin de año,como acostumbraba hace tiempo. Era una especie de rito sentarme ante la hoja en blanco la tarde del 31 de diciembre. De alguna forma, y aunque no hiciera exactamente un balance, a mí me servía para "cerrarlo" con algo de presunta solemnidad. Si algún año no lo hacía, no me sentía bien conmigo misma, pues creía que, de alguna forma, no le había dado "su sitio" a aquel año ya extinguido. Tenía la sensación de haberle tratado injustamente, y hacerle creer que había pasado sin pena ni gloria, puesto que no quedaba ningún testimonio escrito de él.  

No sé cuándo cambié de parecer, pero ya no quiero escribir "la reseña de fin de año". Si algo nos enseña la vida, es que cumplir años debería servir para algo más que para soplar velas en las tartas, o tomarse las uvas cada 31 de diciembreCuando te vas haciendo mayor, algo te dice que el tiempo, ese tirano y hostil enemigo, del que nadie se libra, ya no parece tan infinito como a los 20 y a los 30. Algo parecido a una vocecilla un tanto ronca, te susurra que es necesario pasar a la acción. Yo me lo digo muchas veces: "Hay que pasar a la acción, Merceditas, que si no, te van a dar las uvas, y ¿lo véis?  ¡Al final me acaban dando!  Me acaban dando, y como se suele decir ... "Y yo con estos pelos... Hoy también eso da igual: no voy a salir de fiesta, y, por tanto, no necesito estar de peluquería, ni medio peinada. Además, con el tiempo, (otra vez el susodicho a escena), he aprendido a querer mi cabellera rizada, con la que siempre parezco estar despeinada. ¡Es una de mis señas de identidad, y de eso no se reniega! 

Si algo deberíamos aprender a lo largo de la vida, además de a quererla, es a no renunciar nunca a quiénes somos, de dónde venimos... Es decir, a que nuestra esencia sea lo primero que salga a la superficie. Hay quien sigue renegando de ella, y se esconde tras personalidades falsas. Pero eso no es sano, salvo para los actores, que, como es su trabajo, lo viven de otra forma. Para el común de los mortales estar siempre aparentando otra cosa de la que se es,  pronunciando palabras distintas de las que quisiéramos decir, y caminando por la vida llevándonos la contraria, pero sin que se note, debe ser agotador y muy estresante. 

Podríamos hacer algo muy básico que consiste en aceptarnos a nosotros mismos en esencia, y, por supuesto, intentar mejorarnos en lo que se pueda, y se puede, con mucho esfuerzo, pero se puede. Cuando observamos cómo está el mundo con sus guerras, odios, luchas de poder, corrupciones... (y no sigo... porque, de verdad, que me dan las uvas), lo primero que pensamos en que "esto no hay quien lo cambie", pero podríamos alguna vez "caer en la cuenta" de que, si cada uno de nosotros intenta cambiar, aunque sea un poquito, a mejor, imaginad lo que podría suponer la suma de todos esos "poquitos". Dicho así, parece una tontería, pero no lo es. Sólo puedo deciros que yo lo voy a intentar con todas mis fuerzas, y, a propósito de lo que decíamos antes, a ESO se le llama pasar a la acción. ¡Se acabó el letargo! ¡No podemos permitir la paradoja que implica que mientras se supone que el mundo "avanza", la mayoría de sus habitantes están "atascados", o bloqueados, por una o varias razones!

Para que esto no se alargue, lo único que quiero deciros es que, voy a intentar ser la "mejor versión de mí misma" (y no porque cambie el año, ó la década, o lo que sea), sino porque quiero hacerlo y me da la gana. 

Os animo a que tengáis ese "coraje de vivir" que muchos de nosotros hemos visto en personas de generaciones anteriores. Hace unos días tuve el privilegio de asistir al 99 cumpleaños de alguien muy cercano y muy querido por mí: un hombre íntegro, honesto, luchador, que desde 1920 ha asistido a todos los grandes cambios del siglo pasado, y los 19 primeros de éste. Ha pasado por todo tipo "fatigas" (como se decía en su época), y ha resistido. ¿Por qué? Por eso: el coraje de vivir, ó la voluntad de vivir, como dicen algunos médicos en su argot. Alguien dijo una vez que "Quien resiste, gana", y yo lo único que puedo deciros que, en este caso, además de mucho cariño, siento una gran admiración por personas así, que han trabajado y batallado lo que no está escrito para sacar adelante a familias numerosas, y, que, por muchos palos que les haya dado la vida, nunca han tirado la toalla, y, sin casi fuerza, han seguido adelante. Esto puede considerarse un humilde homenaje no sólo a la persona a la cual me estoy refiriendo, sino a muchas otras que se han convertido en la mejor versión de sí mismos, han llegado a ser el "Campeón de su Vida", sin siquiera saberlo. 
¡Vamos al encuentro de 2020! ¡Algunos, incluso, al encuentro con un siglo de intensa vida!

10-N: ¿Todos a votar ó echarlo a los chinos?

10-N: ¿Todos a votar ó echarlo a los chinos?

Todos a votar, o todos a "potar", aunque, lo reconozco, ésta última sea una palabra fea ó, al menos , desagradable. Pero, ¿quién no lo ha pensado? Visto lo visto en los últimos tiempos, es lo que nos pide el cuerpo.

En la soledad y el recogimiento de los últimos días, me pregunto si debería considerar las encuestas. Después, como en un interminable monólogo, yo misma me respondo: ¿Para qué?

De soslayo, miro la prensa (con un sólo ojo), y con los titulares me sobra: Pedro Sánchez: “No se votan políticas, sino el Gobierno y el desbloqueo”. Y yo me pregunto,  si consiguen que se desbloquee la situación ¿habrá que ir a votar por enésima vez por el asunto político, propiamente dicho? No puedo con la vida, me digo, y pienso en cientos, o miles de personas que sentirán lo mismo. Pero decido seguir con mi periplo y leo: “Pablo Iglesias, dispuesto a ´´tragarse sapos´´ para lograr un pacto con Pedro Sánchez”, y sigo leyendo, como decía nuestra querida Mayra Gómez Kemp: …” Iglesias es consciente de que fiar todo a lograr los diputados suficientes para forzar a Sánchez a negociar le exigirá de nuevo sacrificios. No está dispuesto a aceptar un nuevo veto, pero sí "nos vamos a tragar algún sapo que otro, porque la política implica tragarse sapos".  Y yo, que no dejo de preguntarme a mí misma, en este caso te pregunto simbólicamente a ti, Pablo Iglesias: ¿Sapos y culebras?, como aquellos que, otrora, blasfemaban, cuando les tocaba la mili en Ceuta… Puestos a tragar, quizá ya da lo mismo ocho que ochenta. ¿Ó no?  

Ayer hubo debate electoral femenino, ó feminista (ya no se sabe qué es lo correcto), en una de las privadas. He de reconocer que yo no vi más que cinco minutos que escogí al azar, y en ese momento no acontecía gran cosa. Refiriéndose al evento la prensa, recoge, por ejemplo:

"Cuando no hay mayoría absoluta, la solución es la coalición", dijo Irene Montero, de Podemos.  ´´Las diferencias entre las dos Montero no parecieron tan profundas como las que se vieron entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hace unos días, pero es difícil saber si eso tendrá alguna consecuencia´. Yo sigo empapándome:  “Al otro lado, no hubo grandes novedades. Está ya sellado que las tres derechas pactarán si alcanzan la mayoría absoluta. Lo malo para ellas es que ninguna encuesta les concede esa posibilidad. Es probable que nos quedemos sin saber cómo se hace eso de bajar todos los impuestos en un país con una deuda cercana al 100% del PIB y mantener la inversión pública”. ¿Quizá “pura magia”, posiblemente la de Magia Borrás, la de los Reyes Magos?”

Sigo con mi rodeo virtual, y finalizo: "Santiago Abascal, el candidato de Vox ha tenido una intesa campaña:  Además de sus múltiples actos electorales, una visita a la finca del torero Morante de la Puebla, activo simpatizante del partido, desde donde publicó una foto con un carretón y un mensaje al presiente del Gobierno: “A mí me pasa lo que a Sánchez con la política, que solo se atreve con los muertos”.   Tenéis que perdonarme, pero aquí se me viene a la cabeza el título de uno de los últimos posts que escribí: “Vamos, la de los muertos de toda la vida”. No es por nada, pero me viene que ni pintado… Y yo me pregunto (los que me leéis, ya sabéis que no dejo de preguntármelo todo): ¿Por qué los muertos son, siempre, tan recurrentes?

Parafraseando a Sócrates, ahora yo diría:  "Sólo sé que no sé nada” (Y cada vez, menos)

Lo único que se me ocurre decir es que podríamos ir a votar, tal y como vamos a echar la primitiva ó el euromillón, es decir, hay gente que apuesta siempre a los mismos números y otra que va cambiando… Los que son fieles a los mismos números, no quieren ni pensar que una semana se les olvide verificar su apuesta o, por algún motivo ajeno a su voluntad, no puedan validarlo. Nunca salen sus números, a los que llevan siendo fieles toda la vida, pero viven temerosos si, alguna vez, fallan a su cita. Esto puede ser lo mismo: un día decido cambiar, porque los números por los que yo apuesto, no salen nunca, pero si un día lo hacen, ése justo es el que yo no he podido hacer válida mi apuesta.

En la vida, como en el cine, las cosas no suceden igual… En la política, aún menos. Si yo estoy convencida de lo que voto, ¿qué pasa, que porque ustedes convoquen elecciones una y otra vez, yo tengo que cambiar mi voto, para que a ustedes les salgan las cuentas?  ¡No, hombre, NO!  Oímos  decir que abstenerse, nunca. ¿Hemos llegado a un punto en que, quizá, habrá que “echarlo a los chinos? ¡Qué pena de país, que, posiblemente, sea el único que rema en su contra!

"Algo de mí... algo de ti"

"Algo de mí... algo de ti"

Se me hace difícil empezar a escribir unas palabras sobre alguien que se acaba de ir. Acaba de morir Camilo Sesto, la voz portentosa que ha dejado huella en varias generaciones, no sólo en España, también en toda Hipanoamérica,  alguien que fue, y seguirá siendo, siempre, muy grande.

De entrada me confieso y no tengo ningún pudor en hacerlo. Crecí oyendo esas canciones, me hice adolescente cantándolas, y hasta gracias a ellas, nació mi primera vocación, la de ser cantante. Durante mucho tiempo, en mi cabeza veía la imagen de una chica subida en un escenario, cantando, como él, ante un público entregado. A mí no me salió bien, porque, ni siquiera lo intenté. Tengo que decir que no canto mal del todo, pero, nada que ver con una voz como la suya. Y con el tiempo, me fui haciendo a la idea...

Sin embargo, desde aquel entonces, uno de los placeres más grandes me lo proporciona hacerme un "maratón" de las canciones de Camilo que más me han marcado, y cantarlas a dúo con él, cuando estoy sola en casa, o en el coche, aunque recomiendo la primera opción, porque, ya puestos, también te puedes mover e ir creando tu propia coreografía. Como podéis ver, no me hace falta ser Marta Sánchez, ó Mónica Naranjo, para hacer duetos con él. Sí, lo sé: que no queda un disco para la posteridad que recoja el momento. No lo necesito, puedo haceer los maratones con la frecuencia que quiera. 
Pocas cosas son comparables a escuchar el clásico "Getsemaní", apreciando todos los matices, cambios de tono, y, sobre todo aquel grito suyo, impecable y desgarrador. He de reconocer que hoy, antes de sentarme a escribir lo he oído unas cuantas veces, y, como se suele decir, se me ponian los pelos de punta al escuchar parte del estribillo:

Quiero saber, quiero saber, Señor
Quiero saber, quiero saber, Señor

 Con morir, qué voy a conseguir

al morir que voy a conseguir...

No soy yo quién debería responderte, pero, al menos, lo voy a intentar: 

Lo que has conseguido al morir, querido Camilo, ha sido poner en marcha la maquinaria de los que no callan ni debajo del agua. De los que opinan de todo, sin tener idea de nada. De los que ahora te ponen en un pedestal, pero un día te "machacaron" criticando tu aspecto de los últimos tiempos, y se dedicaron a hablar sólo de tu deterioro físico, en vez de reconocer el gran artista que fuiste y serás para siempre.  Eso es lo bueno que tenéis los artistas de verdad (No confundir con otros que se llaman artistas a sí mismos, y que, últimamente abundan en todos los ámbitos, y en realidad son unos mediocres, o, muchas veces, ni eso...) Los artistas de verdad sois inmortales gracias a vuestra obra, y ése, aunque no podáis verlo, quizá sea el premio más grande, sobre todo para vuestros seguidores, que podemos disfrutar de ella siempre.

Tampoco es la primera vez que mueres. Han sido muchas las veces que ha aparecido publicada la noticia de tu muerte. ¡Lo malo es que ésta ha sido la de verdad!  Lo bueno, es haber llegado a lo más alto por méritos propios. Con más de 170 millones de discos vendidos en todo el mundo, entre sus seis mil conciertos destaca el que ofreciste en el Madison Square Garden, de Nueva York, donde te presentaron como el Sinatra español. ¡Ahí es nada, pero con permiso de los americanos, ya quisiera el que llegó a ser marido de Ava Gardner, aunque el "flacucho" no cantara mal!!!

Lo bueno es que perseguiste tus sueños desde el principio, y no se te puso nada por delante. En 1975, y con Franco aún moribundo, pero vivo, contra todo pronóstico, te empeñaste de todas las formas posibles: invirtiendo tu dinero para producir la gran ópera rock "Jesucristo Superstar", y teniendo mucho arrojo ante los incrédulos de que aquéllo era factible. De hecho, se ha reconocido como el primer Musical que se hizo en España. 

Y lo bueno, es, que, además de todo eso: de ser un grande de la canción, un triunfador en todo el mundo y compositor de todas tus canciones (esto merece ser destacado, porque, aunque parezca mentira, mucha gente no lo sabe, ó no quiere darse por enterada), fuiste humilde, cercano y buena gente. Algunos quieren insistir en lo contrario, pero la gente inteligente sabe leer entre líneas. Es cierto que también algo excéntrico, pero eso forma parte del adn del artista genuino. 

Había pasado mucho tiempo desde que te vi con quince años sobre un escenario. Nunca olvidaré el día que, acompañando a mi añorada madre, a una consulta médica, nos tropezamos con él al salir de un ascensor en el Hospital "Puerta de Hierro",de Majadahonda (Madrid). Iba con gafas oscuras que tapaban gran parte de su rostro, pero supe que era él desde el primer momento. Solté el brazo de mi madre diciéndole que me esperase un momento, y salí tras él. Le abordé con mucho respeto, y me presenté:  "Hola Camilo, soy Mercedes. Discúlpame, pero te he reconocido y no podía cruzarme contigo sin más. Soy periodista, pero no te asustes, sobre todo soy una gran seguidora tuya de toda la vida. Fui muchas veces a verte con 14 y 15 años al Gran Musical de los 40 Principales". Mientras se quitaba las gafas, me regaló una gran sonrisa y nos dimos dos besos. En aquel momento miré hacia donde había dejado a mi madre, y se lo dije. No tuve que ir yo a buscarla, fue él quien tomó la iniciativa y junto a mí se acercó hacia ella. Se la presenté y le dije que, también, era otra fan (que conste en acta que no me gusta nada esa palabreja de importación) de sus canciones. Es imposible reproducir con palabras aquella escena. Tras las presentaciones, parecía que nos conocíamos de siempre. Es de justicia decir que, aunque conozco a muchos de los grandes, por haberlos entrevistado, pocos habrá que en una situación como la que estoy compartiendo hoy con vosotros, se mostrarían tan cercanos. Al fin y al cabo, estábamos en un hospital, pero nos sentimos tan a gusto que creo que durante el tiempo que estuvimos charlando, a los tres se nos olvidó por completo. Nos despedimos con la confianza de, por qué no, volvernos a encontrar.

Hoy, recordando aquel día, sonrío, pero también se me nublan los ojos, porque evocar aquello es, también, recordar a mi madre, que se nos fue hace más de cuatro años. De hecho, antes de enfermar, fue una de las vivencias que le reportaron gran satisfacción, y así lo comentaba a los allegados: ¡Qué gran persona, Camilo Sesto!   ¡Y qué grande ella también!

Con muchos de los títulos de tus canciones podría escribir la historia de mi vida, y la de muchas otras, pero eso lo dejo para otro día. Hoy sólo te diré: "Algo de mí ... no dejará de quererte "Jamás". "Algo de ti", de tu música lleva estando conmigo desde hace mucho tiempo, y lo estará siempre. Y, sobre todo, quiero darte las gracias por habernos dado y dejado tanto. 

En la vida, una de las cosas que a mí me importa, es dejar nuestra esencia en los que nos han tratado, y comprobar que, aunque pase el tiempo, se han “empapado” de ella. Puedo asegurarte que de la de mi madre, estoy empapadísima. Hoy soy consciente de que la tuya también me ha calado.

¡Vamos, la de los muertos de toda la vida!

¡Vamos, la de los muertos de toda la vida!

Aunque el calor seguirá presente, Septiembre se ha desplomado sobre nosotros con toda su fuerza. Su vecino agosto se ha llevado consigo esas playas atestadas, el chiringuito y sus listas de espera, las rebajas y su remate final, y esa vida que durante este tiempo se nos ha antojado algo más liviana.

Septiembre ha llegado para quedarse, al menos durante 30 días, con todos sus #tópicos/intenciones/airesdecambio .... Pones la tele y te hartas de oir aquello tan manido:   
... "Septiembre ya está aquí, y con él se inicia el nuevo curso escolar, los propósitos que nos hacemos para dar un rumbo mejor a nuestras vidas, del estilo: "esta vez va en serio lo del gimnasio", ó "voy a coger de una vez por todas al inglés: mañana mismo me apunto a las clases de conversación que vi el otro día"...  Es como si estuviéramos a 31 de diciembre, pero con calor aún. Lo que no tenemos tan claro esta vez es si, entre otras muchas cosas, empieza también el curso político???  Eso ahora no lo dicen tan claro los medios de "in-comunicación", porque, a ver, empezar, lo que se dice empezar no tiene pinta!!! Esto no parece ni que empiece, ni que acabe... Debe ser como aquella máxima que, de pequeños, escuchábamos hasta la saciedad: "La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma". No quiero pensar ahora en qué se transforma toda esta fauna política, porque me daría una jaqueca de las que tienes que estar dos días acostado, a oscuras y en silencio. Aunque, con todo este ruido (mediático, y del otro), uno ya no sabe si quizá hasta sería un buen plan...
Parece que ha pasado un siglo desde que fuimos a votar, primero en Abril para las generales, y un mes más tarde, para las autonómicas y municipales. Mi mente asocia con velocidad los pensamientos, y no puedo evitar pensar "Queda lejos aquel día", y como me encanta parafrasear, acude a mi cabeza una estrofa de la hermosa (y siempre vigente) canción de Ismael Serrano "Papá, cuéntame otra vez":

Queda lejos aquel mayo   (aquí sería abril, y nos viene genial para la rima),
queda lejos Saint Denis
Que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París
Sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual
Las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más
Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam...

No pretendo que nadie se  ponga nostálgico con la revolución del 68 (el Mayo francés), de la que se han conmemorado ya los 50 años, ni siquiera con hechos más cercanos...De hecho, en muchos casos, como el mío, sería una nostalgia "de oídas", ya que muchos no lo vivimos de primera mano. Queda en mi mente flotando uno de los versos del cierre:
..."Y siguen los mismos muertos, podridos de crueldad"...
¿Será posible? No me la puedo quitar de la cabeza, y me pregunto una y otra vez por qué. De repente, me digo: "Ya caigo".

Hace unos días tuve una entrevista de trabajo en una empresa de seguros, y hace una semana otra, que, de momento, no voy a comentar, porque necesito casi el formato de novela para contar la historia.  Es lo que tiene ser parado de larga duración, que no hace falta que llegue septiembre para empezar a hacer esto ó lo de más allá. Ni en pleno verano paras. Aunque parezca un trabalenguas, a veces se trabaja más buscando trabajo, que trabajando.  Como dicen ahora: es lo que hay

Sí, lo que hay es que España es el país de Europa con mayor número de parados de larga duración, o, en otras palabras, estamos a la cabeza de ese horroroso ranking con un millón cien mil personas, entre las que me encuentro. No lo digo con orgullo, pero tampoco me siento avergonzada. Es preciso dar visibilidad a estas personas, poniéndoles cara, nombre y apellidos, y, que, de forma simbólica, "salgamos del armario", también.

Las que sí deberían avergonzarse son las empresas que huyen de ell@s/nosotr@s como de la peste. Tampoco queremos que nos tengan lástima. Sólo pedimos respeto y las mismas oportunidades que el resto de mortales. La gran mayoría de personas que están ya encasilladas en esta frase de cuatro vocablos (parados-de-larga-duración), es gente con formación, trayectorias profesionales excelentes, y, sobre todo, mucho talento y potencial por exprimir. ¡Qué pena que en este país, eso, sea invisible, o, lo que es peor, no se quiera ver!

Poco a poco, una, se va curtiendo en el arte de la entrevista (no en la periodística, en la que, y lo digo desde la humildad, ya lo he demostrado desde hace años), sino en la "entrevista de trabajo", algo que podría parecer un subgénero, pero, ya os digo yo que, de eso nada. Las anécdotas se van acumulando a lo largo del tiempo, con entrevistadores que no saben qué preguntar, o, directamente, te invitan a que recites en voz alta, tipo papagayo, lo que tienen impreso delante de sus narices. Tienes que reprimir las ganas de decirle:
-  ¡Oiga, para que le cuente lo mismo que pone en el currículum que está sujetando con su mano izquierda, me podía haber ahorrado el venir hasta aquí!

A propósito del talento que mencionaba antes: salvo excepciones, que las hay, en el mundo de los Recursos Humanos lo que sí hay es una gran carencia de éste (del talento, digo).  Lo siento, quizá se me echen encima algunos aludidos que no estén de acuerdo conmigo, pero cuento lo que percibo, y un entrevistador (aunque sea periodístico), de entrevistar, algo sabe, digo yo!!! Estoy pensando que tal vez me tome en serio la idea de escribir un libro, basado en hechos reales, con todas las "historias para no dormir" que me han sucedido en las dichositas entrevistas de trabajo.  Y ni os cuento las ganas que se te quedan de responderle a algun@, que te ha soltado que eres demasiado brillante para el puesto: "Pues a ti, hij@ mí@, los brillantes te sonarán, si acaso, de la inolvidable película de Audrey Hepburn!!! O, quizá, tampoco, que aquello eran diamantes!!!

Hace unos días, mientras esperaba ser recibida por la responsable de selección en una empresa de seguros, que, por cierto, no tenía sala de espera, fui testigo de algo que hubiera hecho las delicias de cualquier guionista de series cómicas. Se trataba de uno de esos call centers, desde los que nos llaman a diario los famosos teleoperadores intentando vendernos cualquier cosa. Sobra decir, que, aunque a todos nos disgustan las llamaditas a deshoras, todas esas personas están trabajando. Lo que llama la atención es la forma que tienen algunos de ellos de abordar al potencial cliente:

- Hablo con el Sr. González? Hola, buenos días, mi nombre es Estela, y le llamo de Seguros X. Estamos haciendo una       campaña fabulosa para mejorarles la póliza de decesos.  ¡Vamos, la de los muertos de toda la vida!
 
Después de escuchar semejante presentación unas siete veces, y, sobre todo, con la alegría que la chica les dice aquello de "Vamos, la de los muertos de toda la vida", llego a la convicción de  que, si no salgo de dicha sala en ese momento, una de dos, o me parto de risa ya de una vez (llevo un rato que no puedo más aguantando las ganas), o me acaba dando el mismo tic de Millán Salcedo, el de Martes y Trece, en algunos de sus gags.

Al final, decido salir, como si fuera al aseo. Pero, cuando entro, la señorita Estela está en su salsa con alguien que parece no haberle colgado tras su singular forma de presentarse. Por lo que deduzco, ha conseguido que su interlocutor le diga cuánto está pagando por su actual póliza de decesos. Nuestra protagonista se crece de tal forma que le suelta, sin complejos, y directo a la yugular:
- ¡Con lo que su compañía le está robando, ya le ha pagado el entierro a todos los vecinos de su pueblo tres veces! ¡Yo que usted, les llamaría ahora mismo y les diría que ya está bien, que no quiere saber nada más de ellos nunca más!

Ya no estoy en schock, directamente es que no puedo más de la risa, pero evitando, obviamente, la carcajada. Y reirse hacia dentro es algo difícil, para lo cual, lo reconozco, no estoy aún muy entrenada. Una de las compañeras cercanas en el puesto a Estela, espera a que ésta finalice, y, cuando cuelga, le espeta:
- Oye, estás tú muy crecidita, no?  ¡Tía, parecía un culebrón auténtico, pero lo que no sé es cómo el hombre te aguanta, y no te ha mandado a paseo!  Y la otra, tan tranquila, y sintiéndose por un momento estrella de cine, le suelta: 
-  ¡Dotes de actriz que tiene una, y sin guión!

Vuelvo a acordarme, de nuevo, del verso de la canción de Ismael Serrano: ... "Y siguen los mismos muertos, podridos de crueldad...", y de repente, me acuerdo de Estela, y me digo: "Vamos, la de los muertos de toda la vida".  Es necesario ponerle humor a todo esto.

Creo que un día de estos esperaré a la salida a la teleoperadora, y negociaré con ella el copyright. ¿Quién sabe si escribo el guión de una exitosa serie, y nos forramos? Mientras tanto, le aconsejaré que consiga el teléfono de Carmen Borrego, la hija pequeña de María Teresa Campos, para que le venda un buen seguro del hogar, y tenga su casa protegida frente a los robos. Otra historia que, además de para no dormir, es  para entrar en trance. ¡Es difícil creer que quien habita esos casoplones (con ese continente, y ese contenido), los tenga sin asegurar, cuando hoy en día, hasta los pisos más modestos están asegurados! Pero, quién sabe: ¡Quizá le dé más importancia a la póliza de decesos, vamos, la de los muertos de toda la vida!!!

"Contenido, contención, incontinencia verbal"

"Contenido, contención, incontinencia verbal"

Desde hace ya algún tiempo, escuchamos con mucha frecuencia vocablos como:  contenido, branded content, generador de contenidosy, creo, que salvo a los profesionales del sector, a la mayoría como les "suenan bien", simplemente se apropian de ellos, comos si acabaran de adquirirlas a un precio módico (que se decía antes), y no hubiera el menor reparo en utilizarlos con mucha frecuencia. Ya les adelanto, que algunos no saben ni de lo que hablan, pero el caso es causar buena impresión en su interlocutor. En lo que, tal vez, no se detengan nunca, es que, probablamente, si quien tienen enfrente domina todo este "mundillo", sea presa de tales carcajadas interiores, que cuaquier día, Dios no lo quiera, se nos ahoga por no exteriorizarlas. Ya se sabe, no hay nada peor que aguantarse la risa,y más cuando se presenta en forma de ataque. Además, no deja de ser una pena, que, con lo que escasea últimamente, cuando surge espontánea y, sin esperarla, la castremos de esa forma tan poco sana. 


Por cierto, para ilustrar un ejemplo de espontaneidad, aunque sienta un pelín de pudor, puedo hablaros de cuando me levanto,  y, mientras me preparo el desayuno, hablo con toda la naturalidad del mundo con mi gata. Es Maya, o Mayita, o mi mayi, o, a veces, simplemente, responde al apelativo de "Chica". Tiene ocho años, que de gato no sé a los que equivalen, pero eso da igual. La cuestión es que ella está deseando que yo aparezca, y dar por finalizadas sus horas nocturnas, y solitarias. Después, y a lo largo del día, duerme varias horas, aunque,como es lógico haya ruido ambiente, o se cuele el de la calle. Le hablo de igual a igual, y es una pena, siempre lo pienso. Cuando soy consciente de las cosas que le digo, a veces tengo la percepción de que, algunos, podrían ser uno de los mejores monólogos, porque yo me hablo y me contesto en toda regla.

Y, hay mañanas que me digo: "Jolín, con lo de hoy podrías haber ido al Club de la Comedia, pero fijo". Se lo digo a ella y nos reímos, ella a su forma (aunque yo sé que de alguna forma, se ríe, posiblemente de mí).  A veces lo he hablado con mi entorno, y me aconsejan instalar cámaras en la cocina, donde suelen producirse algunos de esos diálogos, pero, sinceramente, termino por no contemplarlo .Cuando uno sabe que está siendo grabado, observado, etc... dejas de ser tan natural. Por eso, durante mi etapa televisiva, era plenamente del directo. De grabar,no quería ni oir hablar. El diferido, para los que hacen apología de ello, como la Cospedal, o Arturito Fernández, el "rey" del catering, eso sí, sin corona ya.

Pero avancemos: si por contenido se entiende cualquier cosa que podemos oir en la radio, la televisión, o leer en periódicos, tanto digitales como de papel, digamos que contenido es, aunque ¿Qué clase de contenido? Algunos, hay que decirlo, son puro relleno. Sobre todo, los programas, llaméseles informativos ó de entretenimiento: al final, tanto segmentar contenidos y formatos, para, salvo en raras excepciones, concluir que el producto final que el espectador recibe es es el mismo: pasan un rato entretenido mientras cuatro o cinco se pelean en una mesa, en nombre de un supuesto debate político, que, finalmente es tanto o más esperpéntico, que cualquier cosa (no diré noticia, deliberadamente), relacionada con el fútbol o la llamada crónica rosa.

Pero, como decía la periodista Pepa Bueno, el pasado lunes, en la cadena SER: "Hay mucho en juego, pero quiénes nos la jugamos de verdad somos los ciudadanos, que llevamos cuatro años con un país casi paralizado, así que, una vez que decidan las listas, ya pueden empezar a contarnos los programas electorales y los planes de gobierno. A ser posible, concretos, documentados, con memoria económica y encaje en Bruselas, y en el mundo. Vamos, como si los electores fuéramos adultos".

Lo primero que le pondría yo a Pepa es una cascada de emoticonos de esos del aplauso. Y servidora, con permiso de Pepa, que sé que lo tengo, iría un poco más allá (se llama apostillar, para los que les encantan las palabras que no conocen, las oyen una sola vez sin saber que significan y se apropian de ellas). Yo añadiría que, por favor tengan en cuenta que, ya que llevamos cuatro años en campaña electoral, (Hay que enterarse bien de esto, porque podríamos formar parte de algún record guinness). Dosifiquien bien sus energías, no pongan "toda la carne en el asador" los primeros días, repasen una y otra vez el "contenido" de sus discursos (ya sabemos que se los escriben). Pero, precisamente, por eso, nunca se sabe si quien escribe un discurso se está saltando buenas prácticas en redacción, o, quizá sea un enemigo político, disfrazado de "becario/buen samaritano", y acabas con un sabotaje del discurso en toda regla (Ví esta escena hace poco en una serie, y, pensé: "Ya están dando ideas, qué malvados").

Recapitulemos, parafraseando a estos programas llamados debate (¡Qué penica madre, en lo que ha derivado la cosa!):
¡Candidatos, sé que es casi un imposible solicitar esto, pero, intenten hacer un pequeño esfuerzo. Por una vez, sólo por una, tengan un poco de empatía, y pónganse en nuestro lugar, con la que se nos viene encima!

1) Salgan al "ruedo" con sus "contenidos" bien preparados. A ser posibles, escritos por la persona que los va a defender ante el atril. Despójenlos de todo el "relleno" que puedan: no aporta nada, y acarrea muchos dolores de cabeza al posible elector, que puede dejar de serlo, como por arte de magia. Recuerden: el "relleno está bien para los pavos en Navidad", nada más.
Intenten que su "contenido" no sea un corta y pega, de algo anterior, que nunca llegó a cumplirse. Aunque no se cumpliera, hay otras formas de que no se les vea "tanto el plumero". Reflejen sólo lo que es factible de poder llevar a término. Si les sale muy corto, no importa. La cuestión es que, por fin, lo cumplan y pueda ser un hecho, en un futuro cercano.

2) Hagan todos los ejercicios de "contención" que puedan, y no sólo cuando ya tengan delante al público. Ensayen, ensayen, y ensayen: no pasa nada. Los actores lo hacen cada día, y, claro, así les sale mejor, pero tengan en cuenta que los actores ensayan textos de ficción (en su mayoría). Vds. tienen que hacerlo al revés: ensayen  la "contención", entendida como moderación,  el no venirse arriba y empezar a dar rienda suelta a esa "incontinencia verbal", para la que, aún no se han inventado pañales. Son much@s de os potenciales electores que tampoco están dispuestos a aguantar esto.

3) Sean cercanos, sencillos y campechanos, pero la gente, aunque Vds. no lo crean, no es tonta y se da cuenta, perfectamente, de cuando algo es espontáneo y de verdad, y no producto de esa impostura a la que Vds. recurren tanto, cuando llegan estos momentos. 

No quiero alargarme más, sólo quiero dejarles aquí una frase que guardo en mi memoria como uno de los tesoros más preciados. Hace algunos años, siendo Directora y conductora de programas en televisión, un directivo me dijo en una ocasión: "Eres la misma dentro, que fuera del plató, y ESO, la gente, lo nota y lo agradece".

Como decía nuestro añorado Paco Rabal, cuando dió vida a aquel entrañable personaje llamado Juncal: "Tomo nota". ¡Hala, ya saben lo que toca! Y, sean agradecidos: este consejo no se lo cobro!!!