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"El hombre y la tierra"

"El hombre y la tierra"

Quizá el título de este post pueda crear expectativas más grandes que su trasfondo real.  Aunque, la gran mayoría recordamos la formidable serie documental que, con ese mismo título, nos dejó el añorado Félix Rodríguez de la Fuente, ya habréis adivinado que el hombre de la fotografía no es él.


Ese hombre anónimo, comparte con Félix un enorme amor y respeto por la naturaleza. Ese hombre se crió en un pueblo castellano muy pequeño, en un pueblo que cuando él nació, pertenecía a la entonces denominada región de Castilla la Vieja. Al cabo de los años, llegaron las autonomías y aquéllo se rebautizó como Castilla y León. En cualquier caso, no sólo todas y cada una de las provincias que formaban parte de aquella región, sino también todos y cada uno de sus pueblos, tenían su propia idiosincrasia. No obstante, los tópicos siempre han estado ahí, y a los castellanos se les supone serios, austeros, y algo "secos" en el trato. Pero, como en todos los sitios, hay de todo, y los estereotipos, con el tiempo, se quedan precisamente en eso.
Aunque aprendió el oficio desde niño ayudando a su padre, ese hombre que ven en la fotografía trabajando en su huerta, nunca ha vivido del campo. Salió del pueblo siendo un crío con destino a la capital a buscarse la vida en pos de un futuro mejor que el que le aguardaba allí. Eran los años 60 del siglo XX, donde unos y otros emigraban a donde podían. ¡Qué frágiles de memoria somos! El nuestro ha sido un país donde las migraciones, tanto del campo a la ciudad, como al extranjero, estuvieron a la orden del día. Sin embargo, desde hace tiempo, aunque no todos, muchos no quieren ni oir hablar de los inmigrantes que vienen a nuestro país en busca del mismo futuro que un día nosotros nos afanábamos en encontrar en otras tierras.
El hombre de la fotografía encontró un oficio al que dedicarse. Empezó desde abajo, trabajó jornadas interminables y pasó por algunas contrariedades, pero con los años, tesón y mucho esfuerzo, consiguió dentro de su profesión, llegar al escalafón más alto. Viajó por el mundo, siguió aprendiendo y no se estancó. El hombre de la fotografía es un gran autodidacta: se hizo a sí mismo, como tant@s otr@s en unos tiempos difíciles, en los que, además de otras circunstancias, si tenías la "mala" suerte de ser el mayor de los hermanos, no podías estudiar. Ya sabías que tu "obligación" era ponerte a trabajar lo antes posible en lo que fuera.
 
Pasaban los años y aunque su vida ya no estaba allí, siempre que podía, volvía unos días a ese hermoso pueblo que le vió nacer. Leyendo mucho, ha llegado, incluso a ser, un gran conocedor de la Historia, la nuestra y la de fuera, la de todos, porque, sin duda, toda la Historia del ser humano está interconectada. Y es quizá por eso, por lo que comparte el conocido aforismo de Ortega y Gasset de que "los pueblos que olvidan su Historia, están condenados a repetirla". El hombre de la fotografía no olvida la Historia, y sigue leyendo mucho. De hecho está muy al tanto de la actualidad, tanto que podría dar la talla como contertulio en esos programas debate de la televisión, en los que algunos de los que se sientan a diario, no tienen criterio propio, ni un conocimiento profundo de los hechos como para emitir opiniones que, más que eso, parecen sentencias. Pero, volvamos al hombre de la foto: decía que no olvida la Historia, pero tampoco olvida su pueblo. Es más, desde que hace unos años se jubiló, ha hecho del cultivo de su huerta uno de sus grandes alicientes.
Lo que hoy en día se considera "tendencia", en él es una filosofía de vida. Tal vez para muchos de los que contemplaran esa escena trabajando la tierra a diario por puro placer, podrían decir: "Mira ése, qué palizón se está pegando ahí, en medio de la nada". Él, sin embargo, piensa cada mañana, cuando empieza su labor, amenizada por el canto de los pájaros madrugadores: "Aquí estoy, en el centro de todo, cultivando esta tierra, mi tierra, mientras soy feliz de ser partícipe y testigo de este proceso creador". 
Alguien dijo una vez que "el cultivo de la tierra es el trabajo más importante del hombre. Cuando comienza la siembra directa, otras artes seguirán. Los que trabajan la tierra, son, por tanto, los fundadores de la civilización".  Y, yo, humildemente, añadiría: "La agricultura es un arte, y los agricultores son los artistas".
Este humilde post constituye un pequeño, pero merecido homenaje al hombre de la fotografía, que, en la actualidad se dedica a trabajar la tierra por pasión, pero es extensivo a tod@s los que cada día dedican su tiempo y sus energías a la agricultura, asegurándonos así al resto de los mortales poder tener en nuestra mesa esas verduras y hortalizas que debemos consumir a diario. ¡Démosle el valor que ello merece, y que tras esas judías verdes, esos calabacines, o esas espinacas hay todo un proceso detrás que la gran mayoría desconoce, y ya se sabe, a lo que no se conoce, no se le da importancia!
¡Por cierto, acabo de descubrir que los homenajes, por humildes que sean, es mucho mejor hacerlos en vida!  De esta forma, el destinatario podrá leerlo, y enterarse de que se pone en valor su entrega y dedicación!

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