Blogia
comunicarparavivir

"Algo de mí... algo de ti"

"Algo de mí... algo de ti"

Se me hace difícil empezar a escribir unas palabras sobre alguien que se acaba de ir. Acaba de morir Camilo Sesto, la voz portentosa que ha dejado huella en varias generaciones, no sólo en España, también en toda Hipanoamérica,  alguien que fue, y seguirá siendo, siempre, muy grande.

De entrada me confieso y no tengo ningún pudor en hacerlo. Crecí oyendo esas canciones, me hice adolescente cantándolas, y hasta gracias a ellas, nació mi primera vocación, la de ser cantante. Durante mucho tiempo, en mi cabeza veía la imagen de una chica subida en un escenario, cantando, como él, ante un público entregado. A mí no me salió bien, porque, ni siquiera lo intenté. Tengo que decir que no canto mal del todo, pero, nada que ver con una voz como la suya. Y con el tiempo, me fui haciendo a la idea...

Sin embargo, desde aquel entonces, uno de los placeres más grandes me lo proporciona hacerme un "maratón" de las canciones de Camilo que más me han marcado, y cantarlas a dúo con él, cuando estoy sola en casa, o en el coche, aunque recomiendo la primera opción, porque, ya puestos, también te puedes mover e ir creando tu propia coreografía. Como podéis ver, no me hace falta ser Marta Sánchez, ó Mónica Naranjo, para hacer duetos con él. Sí, lo sé: que no queda un disco para la posteridad que recoja el momento. No lo necesito, puedo haceer los maratones con la frecuencia que quiera. 
Pocas cosas son comparables a escuchar el clásico "Getsemaní", apreciando todos los matices, cambios de tono, y, sobre todo aquel grito suyo, impecable y desgarrador. He de reconocer que hoy, antes de sentarme a escribir lo he oído unas cuantas veces, y, como se suele decir, se me ponian los pelos de punta al escuchar parte del estribillo:

Quiero saber, quiero saber, Señor
Quiero saber, quiero saber, Señor

 Con morir, qué voy a conseguir

al morir que voy a conseguir...

No soy yo quién debería responderte, pero, al menos, lo voy a intentar: 

Lo que has conseguido al morir, querido Camilo, ha sido poner en marcha la maquinaria de los que no callan ni debajo del agua. De los que opinan de todo, sin tener idea de nada. De los que ahora te ponen en un pedestal, pero un día te "machacaron" criticando tu aspecto de los últimos tiempos, y se dedicaron a hablar sólo de tu deterioro físico, en vez de reconocer el gran artista que fuiste y serás para siempre.  Eso es lo bueno que tenéis los artistas de verdad (No confundir con otros que se llaman artistas a sí mismos, y que, últimamente abundan en todos los ámbitos, y en realidad son unos mediocres, o, muchas veces, ni eso...) Los artistas de verdad sois inmortales gracias a vuestra obra, y ése, aunque no podáis verlo, quizá sea el premio más grande, sobre todo para vuestros seguidores, que podemos disfrutar de ella siempre.

Tampoco es la primera vez que mueres. Han sido muchas las veces que ha aparecido publicada la noticia de tu muerte. ¡Lo malo es que ésta ha sido la de verdad!  Lo bueno, es haber llegado a lo más alto por méritos propios. Con más de 170 millones de discos vendidos en todo el mundo, entre sus seis mil conciertos destaca el que ofreciste en el Madison Square Garden, de Nueva York, donde te presentaron como el Sinatra español. ¡Ahí es nada, pero con permiso de los americanos, ya quisiera el que llegó a ser marido de Ava Gardner, aunque el "flacucho" no cantara mal!!!

Lo bueno es que perseguiste tus sueños desde el principio, y no se te puso nada por delante. En 1975, y con Franco aún moribundo, pero vivo, contra todo pronóstico, te empeñaste de todas las formas posibles: invirtiendo tu dinero para producir la gran ópera rock "Jesucristo Superstar", y teniendo mucho arrojo ante los incrédulos de que aquéllo era factible. De hecho, se ha reconocido como el primer Musical que se hizo en España. 

Y lo bueno, es, que, además de todo eso: de ser un grande de la canción, un triunfador en todo el mundo y compositor de todas tus canciones (esto merece ser destacado, porque, aunque parezca mentira, mucha gente no lo sabe, ó no quiere darse por enterada), fuiste humilde, cercano y buena gente. Algunos quieren insistir en lo contrario, pero la gente inteligente sabe leer entre líneas. Es cierto que también algo excéntrico, pero eso forma parte del adn del artista genuino. 

Había pasado mucho tiempo desde que te vi con quince años sobre un escenario. Nunca olvidaré el día que, acompañando a mi añorada madre, a una consulta médica, nos tropezamos con él al salir de un ascensor en el Hospital "Puerta de Hierro",de Majadahonda (Madrid). Iba con gafas oscuras que tapaban gran parte de su rostro, pero supe que era él desde el primer momento. Solté el brazo de mi madre diciéndole que me esperase un momento, y salí tras él. Le abordé con mucho respeto, y me presenté:  "Hola Camilo, soy Mercedes. Discúlpame, pero te he reconocido y no podía cruzarme contigo sin más. Soy periodista, pero no te asustes, sobre todo soy una gran seguidora tuya de toda la vida. Fui muchas veces a verte con 14 y 15 años al Gran Musical de los 40 Principales". Mientras se quitaba las gafas, me regaló una gran sonrisa y nos dimos dos besos. En aquel momento miré hacia donde había dejado a mi madre, y se lo dije. No tuve que ir yo a buscarla, fue él quien tomó la iniciativa y junto a mí se acercó hacia ella. Se la presenté y le dije que, también, era otra fan (que conste en acta que no me gusta nada esa palabreja de importación) de sus canciones. Es imposible reproducir con palabras aquella escena. Tras las presentaciones, parecía que nos conocíamos de siempre. Es de justicia decir que, aunque conozco a muchos de los grandes, por haberlos entrevistado, pocos habrá que en una situación como la que estoy compartiendo hoy con vosotros, se mostrarían tan cercanos. Al fin y al cabo, estábamos en un hospital, pero nos sentimos tan a gusto que creo que durante el tiempo que estuvimos charlando, a los tres se nos olvidó por completo. Nos despedimos con la confianza de, por qué no, volvernos a encontrar.

Hoy, recordando aquel día, sonrío, pero también se me nublan los ojos, porque evocar aquello es, también, recordar a mi madre, que se nos fue hace más de cuatro años. De hecho, antes de enfermar, fue una de las vivencias que le reportaron gran satisfacción, y así lo comentaba a los allegados: ¡Qué gran persona, Camilo Sesto!   ¡Y qué grande ella también!

Con muchos de los títulos de tus canciones podría escribir la historia de mi vida, y la de muchas otras, pero eso lo dejo para otro día. Hoy sólo te diré: "Algo de mí ... no dejará de quererte "Jamás". "Algo de ti", de tu música lleva estando conmigo desde hace mucho tiempo, y lo estará siempre. Y, sobre todo, quiero darte las gracias por habernos dado y dejado tanto. 

En la vida, una de las cosas que a mí me importa, es dejar nuestra esencia en los que nos han tratado, y comprobar que, aunque pase el tiempo, se han “empapado” de ella. Puedo asegurarte que de la de mi madre, estoy empapadísima. Hoy soy consciente de que la tuya también me ha calado.

1 comentario

Carlos -

El mejor homenaje que se haya podido hacer a este gran artista español. Muy bonito, emotivo y original.