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10-N: ¿Todos a votar ó echarlo a los chinos?

10-N: ¿Todos a votar ó echarlo a los chinos?

Todos a votar, o todos a "potar", aunque, lo reconozco, ésta última sea una palabra fea ó, al menos , desagradable. Pero, ¿quién no lo ha pensado? Visto lo visto en los últimos tiempos, es lo que nos pide el cuerpo.

En la soledad y el recogimiento de los últimos días, me pregunto si debería considerar las encuestas. Después, como en un interminable monólogo, yo misma me respondo: ¿Para qué?

De soslayo, miro la prensa (con un sólo ojo), y con los titulares me sobra: Pedro Sánchez: “No se votan políticas, sino el Gobierno y el desbloqueo”. Y yo me pregunto,  si consiguen que se desbloquee la situación ¿habrá que ir a votar por enésima vez por el asunto político, propiamente dicho? No puedo con la vida, me digo, y pienso en cientos, o miles de personas que sentirán lo mismo. Pero decido seguir con mi periplo y leo: “Pablo Iglesias, dispuesto a ´´tragarse sapos´´ para lograr un pacto con Pedro Sánchez”, y sigo leyendo, como decía nuestra querida Mayra Gómez Kemp: …” Iglesias es consciente de que fiar todo a lograr los diputados suficientes para forzar a Sánchez a negociar le exigirá de nuevo sacrificios. No está dispuesto a aceptar un nuevo veto, pero sí "nos vamos a tragar algún sapo que otro, porque la política implica tragarse sapos".  Y yo, que no dejo de preguntarme a mí misma, en este caso te pregunto simbólicamente a ti, Pablo Iglesias: ¿Sapos y culebras?, como aquellos que, otrora, blasfemaban, cuando les tocaba la mili en Ceuta… Puestos a tragar, quizá ya da lo mismo ocho que ochenta. ¿Ó no?  

Ayer hubo debate electoral femenino, ó feminista (ya no se sabe qué es lo correcto), en una de las privadas. He de reconocer que yo no vi más que cinco minutos que escogí al azar, y en ese momento no acontecía gran cosa. Refiriéndose al evento la prensa, recoge, por ejemplo:

"Cuando no hay mayoría absoluta, la solución es la coalición", dijo Irene Montero, de Podemos.  ´´Las diferencias entre las dos Montero no parecieron tan profundas como las que se vieron entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hace unos días, pero es difícil saber si eso tendrá alguna consecuencia´. Yo sigo empapándome:  “Al otro lado, no hubo grandes novedades. Está ya sellado que las tres derechas pactarán si alcanzan la mayoría absoluta. Lo malo para ellas es que ninguna encuesta les concede esa posibilidad. Es probable que nos quedemos sin saber cómo se hace eso de bajar todos los impuestos en un país con una deuda cercana al 100% del PIB y mantener la inversión pública”. ¿Quizá “pura magia”, posiblemente la de Magia Borrás, la de los Reyes Magos?”

Sigo con mi rodeo virtual, y finalizo: "Santiago Abascal, el candidato de Vox ha tenido una intesa campaña:  Además de sus múltiples actos electorales, una visita a la finca del torero Morante de la Puebla, activo simpatizante del partido, desde donde publicó una foto con un carretón y un mensaje al presiente del Gobierno: “A mí me pasa lo que a Sánchez con la política, que solo se atreve con los muertos”.   Tenéis que perdonarme, pero aquí se me viene a la cabeza el título de uno de los últimos posts que escribí: “Vamos, la de los muertos de toda la vida”. No es por nada, pero me viene que ni pintado… Y yo me pregunto (los que me leéis, ya sabéis que no dejo de preguntármelo todo): ¿Por qué los muertos son, siempre, tan recurrentes?

Parafraseando a Sócrates, ahora yo diría:  "Sólo sé que no sé nada” (Y cada vez, menos)

Lo único que se me ocurre decir es que podríamos ir a votar, tal y como vamos a echar la primitiva ó el euromillón, es decir, hay gente que apuesta siempre a los mismos números y otra que va cambiando… Los que son fieles a los mismos números, no quieren ni pensar que una semana se les olvide verificar su apuesta o, por algún motivo ajeno a su voluntad, no puedan validarlo. Nunca salen sus números, a los que llevan siendo fieles toda la vida, pero viven temerosos si, alguna vez, fallan a su cita. Esto puede ser lo mismo: un día decido cambiar, porque los números por los que yo apuesto, no salen nunca, pero si un día lo hacen, ése justo es el que yo no he podido hacer válida mi apuesta.

En la vida, como en el cine, las cosas no suceden igual… En la política, aún menos. Si yo estoy convencida de lo que voto, ¿qué pasa, que porque ustedes convoquen elecciones una y otra vez, yo tengo que cambiar mi voto, para que a ustedes les salgan las cuentas?  ¡No, hombre, NO!  Oímos  decir que abstenerse, nunca. ¿Hemos llegado a un punto en que, quizá, habrá que “echarlo a los chinos? ¡Qué pena de país, que, posiblemente, sea el único que rema en su contra!

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