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#NoEstamosPreparados? ¿Para qué?

#NoEstamosPreparados? ¿Para qué?

Cuando mi hijo iba a cumplir veinte años, no sabía muy bien qué regalarle. Entonces, cayó en mis manos una reseña de la biografía de Steve Jobs, que por esos días acababa de publicar Walter Isaacson.  Decidí irme de librerías una tarde, y aquello ya no era lo mismo. Me estoy refiriendo a que leer la reseña resultaba más liviano que sostener en mis manos el libro de marras, con sus setecientas treinta y siete páginas. Ya no estaba tan convencida de que fuese la mejor elección como regalo para un chico de esa edad. No obstante, comencé a hojearlo, abriéndolo al azar por distintas páginas. Esto fue lo primero que me encontré, y que me hizo decidirme y comprarlo:

“Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. Ellos ya saben de algún modo en qué quieres convertirte realmente. Todo lo demás es secundario”.

Ante tales sentencias, lo primero que se me vino a la cabeza era lo difícil que iba a ser la elección de la dedicatoria que escribiría para él en la primera página. Al final, y, aunque sienta algo de pudor, sólo puse:

“Para que no renuncies nunca a tus sueños, tal y como hizo Steve Jobs”

Aquel chico de veinte años leyó el libro, incluso en un tiempo record, teniendo en cuenta que sus estudios universitarios y el baloncesto no le dejaban mucho tiempo libre.  Estoy segura de que al leer aquella biografía, se le removieron muchas cosas por dentro. Quizá la primera, la que todos nos planteamos en algún momento, es la de sentir que nuestro tiempo aquí es limitado, y, por tanto, tenemos el derecho y el deber de no malgastarlo, viviendo, en muchas ocasiones, vidas que no nos corresponden. No deberíamos vivir como otros piensan que debemos vivir. No deberíamos dejar nunca que el ruido que emiten las opiniones de otros, acalle nuestra voz interior. No deberíamos…. Bla, bla, bla …

Y, sin embargo, lo hacemos. Lo hacemos cada día, a cada momento, y más desde que este overbooking ¿informativo? se ha apoderado de nosotros. En un mismo día estamos “bombardeados” por la inminente entrada en prisión del cuñado del rey, y todo lo que ello conlleva (“Hay que ver, se le ha rebajado la condena, a qué prisión irá, no cumplirá entera la pena…), la inesperada destitución del entrenador de la selección española de fútbol, a un día del inicio del mundial.   (“Anda, qué ha pasado? Nada, que le ha fichado el Madrid: tenía aún el puesto sin cubrir, desde que Zidane les dijo “hasta luego, Lucas”. Y, por la tarde, después de un intenso día de informaciones y declaraciones cruzadas, "que sí, que ahora sí que sí: dimite el nuevo ministro de Cultura y Deporte, el periodista y escritor Máxim Huerta, por unos líos que tuvo con Hacienda. (“Pero, hijo de mi vida y de mi corazón, si no le ha dado tiempo ni a familiarizarse con el despacho…)

En fin, y, mientras tanto, todos pendientes de los ¿movimientos? del nuevo gobierno (¿Pero se mueve algo?, I wonder), y todo el mundo, que se tira “en plancha” a las redes, con los chistecitos de turno (que algunos no están del todo mal, ojo!). Bajo el hashtag  #NoEstamosPreparados, empieza la “barra libre”, escribir como posesos, como si no hubiera un mañana, y como si se nos fuera la vida en ello.  Y, según esta humilde periodista, ciudadana (no confundir con el partido, please), mujer, y observadora permanente (que no de la ONU), he ahí el quid de la cuestión: ¿Dónde queda nuestra vida, nuestras inquietudes, nuestras intuiciones, nuestros sueños, entre tanto “berenjenal”? 

Aunque parezca que un periodista no debería decir esto, porque es “echarse piedras en su propio tejado”, lo hago. Hace ya tiempo que dejé de ser “políticamente correcta”.  Deberíamos cuidar más nuestra salud (sobre todo la mental), estando menos pendiente de “las noticias”, sobre todo de las que “nos quitan la vida”, y no debería entrecomillar nada, pues hay muchísima gente, pero muchísisima (que diría el añorado Papuchi), a la que este tipo de cosas se la quita de verdad, pero de verdad de la buena, como decíamos de pequeños. Y, como no quiero ser “pesada”, os dejo por hoy con otra frase de Steve Jobs: “Inventemos el mañana en lugar de preocuparnos sobre qué ocurrió ayer”.

Me encantaría que por una vez, alguien me hiciera un poquito de caso. Urdangarín, Lopetegui y Huerta son, ya el “ayer”. El mañana es, por ejemplo, la llegada a Valencia de los seiscientas veintinueve personas rescatadas del “Aquarius”, y la esperanza de una vida digna. El mañana es también ir teniendo ese coraje para empezar a hacer lo que nos dicen nuestro corazón y nuestra intuición. Como decía Jobs, “todo lo demás es secundario”.

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