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SARAMAGO: "VIVIR" fue la consigna del hombre que se hizo a sí mismo

SARAMAGO: "VIVIR" fue la consigna del hombre que se hizo a sí mismo

Aunque sabíamos que habría de llegar este momento, cuando hoy hemos conocido la noticia de su muerte, muchos no queríamos creerlo: se agarró a la vida como pocos lo hacen a su edad sabiendo que la sombra de la enfermedad es demasiado alargada.

Me he emocionado, y mucho, al recordar aquella inolvidable tarde de octubre de 1.997 en la Residencia de Estudiantes de la Universidad Carlos III, de Madrid, en la que fue el protagonista de una sencilla y brillante ponencia sobre la vida, la literatura, las injusticias, el compromiso……… premisas todas ellas que consiguieron atrapar, como pocas veces he visto, la atención de un joven público que componía el auditorio.

Fue hilando un relato, como si de una de sus novelas se tratara. Partió de las circunstancias de sus humildes orígenes, que nunca le paralizaron: hijo de campesinos pobres, no dudó, a la par que trabajaba en un taller para colaborar en la economía familiar, tras dejar la escuela, en convertirse pronto en autodidacta acudiendo a la Biblioteca pública. 

No sé si todos, pero estoy segura de no equivocarme al afirmar que la mayoría de los que allí nos encontrábamos siguiendo sus palabras, tanto alumnos, periodistas y personal docente, nos estremecimos cuando, con cierta tristeza, comentó la “espinita” que se le había quedado en su interior por no haber pisado nunca, como estudiante, la Universidad. Sin embargo, recordemos que ejerció gran parte de su vida el periodismo con brillantez, dedicación y compromiso.

Logró que nuestra atención no decayera ni un instante, cuando nos contó cómo, tras sus primeras publicaciones, estuvo la “friolera” de treinta años apartado de la literatura. Lo mejor llegó cuando respondió a algunos curiosos:  “Me dediqué, simplemente a VIVIR, que es lo que de verdad importa”.

Destacaría, por encima de todo, el hombre que nos cautivó con una vitalidad que contagiaba al hablar, y que nos hacía cuestionarnos la paradoja que suponía asistir a la defensa a ultranza que hacía de la coherencia en la vida, con el rasgo, por antonomasia, más relevante y característico de su obra: la anarquía. Nos regaló, como si de un abuelo se tratara, un buen consejo aquella tarde de otoño, pero fue más allá: “Hay que tener coherencia con lo que uno siente, cree, no cree o piensa, pero también una gran responsabilidad al hacerlo”.

No se olvidó de mencionar la crueldad del ser humano, "algo (sentenció), que los animales no conocen”.

 Cuando la charla finalizó  (porque eso fue en realidad: en aquella situación, decir ponencia, sería pecar de pedantería), me dirigí a aquel hombre  alto y  delgado, y de aspecto bonachón, que me dedicó una enorme sonrisa cuando vio la grabadora que por entonces usábamos los periodistas radiofónicos.  Además de mi entrevista (no muy larga ya, porque había contestado a lo largo de su relato,  a casi todo lo que se le podía preguntar), saqué de mi bolso un ejemplar de “Cuadernos de Lanzarote” para que me lo dedicara, mientras, en un gesto de complicidad le contaba que yo también viví en aquella isla mágica casi tres años. Sus ojos chispeantes de ese preciso instante me permitieron comprender toda la sabiduría que había conseguido encerrar en aquellos setenta y cinco años que, por aquellos días, estaba a punto de cumplir. Antes de despedirme, nos fundimos en un abrazo sincero.  Hoy, casi trece después, recuerdo algunas de sus citas más recordadas:

 (...) “Como cualquier otro lector, o escritor, me busco a mí mismo. Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como "realidad", ése sigue siendo el mayor deslumbramiento.”

 Amigo querido, nuestro mayor deslumbramiento, además del inmenso legado que supone tu obra, ya inmortal, reside en el recuerdo de esa pasión con la que nos hablaste aquella tarde, con la que viviste siempre, Porque, por encima de la literatura, tu consigna fue VIVIR. Intentaremos seguir tu ejemplo.

3 comentarios

MGV -

Un año ya sin el maestro, un año en el que no ha faltado de nada, excepto él, un año al que le han sobrado muchas cosas, y la mochila se ha llenado. Algunos, ni aquí ni allá, quizá, como diría mi querido Serrat "en tránsito". Quizá todo se resuma en este fragmento suyo, de "La balsa de piedra":

"Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida, lo pensamos tanto, tomamos impulso y vacilamos, después volvemos al principio, pensamos y pensamos, nos movemos en los carriles del tiempo con un movimiento circular, como los remolinos que atraviesan los campos levantando polvo, hojas secas, insignificancias, que a más no llegan sus fuerzas, mejor sería que viviéramos en tierra de tifones. Otras veces es una palabra cuanto basta".

Juan Poquet -

!que bueno Mercedes, amiga mia! en que pocas palabras, se define un estado, un pensamiento, un clamor, un deseo, unas ansias que muchos no llegamos a vivir....
“Me dediqué, simplemente a VIVIR, que es lo que de verdad importa”.
Vivir el momento presente. y no sabemos vivirlo, disfrutarlo, unas veces, porque vivimos recordando el pasado, atormentandonos... otras veces, porque vivmos pensando en el futuro...que está por llegar. y entre una cosa u otra, se nos va el vivir dia a dia..vivir el momento presente. Vivir como si fuesen los ultimos momentos de nuestra vida.
Gracias amiga mia, por este comunicado memorable, por este recuerdo de una gran persona y pensador libre y espontáneo.

Angel -

Estupendo post, Mercedes. Cuantas vueltas le damos a las cosas y qué ganas y qué sencillo parece vivir tras escuchar a Saramago. Un abrazo