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"Acabar con el hambre y el despilfarro" (José Antonio Busto)

"Acabar con el hambre y el despilfarro" (José Antonio Busto)

Cierto es aquello de que la vida te da sorpresas. Nunca imaginó aquel asturiano que un día estudió para químico, que tantos años después (2012), recogería en su tierra natal el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, como máximo representante de la Federación de Bancos de Alimentos de España.  Aunque aparenta bastantes menos,  Jose Antonio Busto acaba de cumplir 77 años, que han dado para mucho, especialmente desde que se jubilara como directivo en una multinacional. Enseguida percibo una personalidad arrolladora, además de un hombre inteligente, culto, exquisito en sus modales, y, por encima de todo, cercano, algo que se agradece mucho en estos días.

Tampoco imaginó nunca que esa etapa de su vida iba a ser tan intesa y tan distinta a como la hubiera podido planificar. La solidaridad llamó a su puerta en un  momento personal, difícil de afrontar como fue la pérdida de su esposa, y él la abrió de par en par, volcándose al servicio del Banco de Alimentos de Madrid.

La mañana transcurre para los voluntarios como otra cualquiera. Son personas mayores, jubilados la mayoría, y con una capacidad de trabajo , organización y rendimiento, envidiables. No en vano, “funcionamos como una empresa”, nos cuenta José Antonio Busto, que, desde hace ocho años es también el Presidente de FESBAL  (la Federación Española de Bancos de Alimentos). Los voluntarios llegan a las ocho de la mañana, sea invierno o verano, y finalizan su labor a las tres de la tarde. Esta humilde periodista tiene el privilegio de charlar con algunos de ellos y comprobar la ilusión que ponen en lo que hacen, además de que, asegura Busto, “ponen toda su formación y su  trayectoria profesional, en algunos casos de más de 30 años, al servicio de la causa. Hay expertos en todas las áreas,  que consiguen todo lo que se proponen gracias a una “buena gestión”.  Contagia entusiasmo cuando salimos de la nave y sentencia con orgullo: “Es, sin duda, el triunfo del ingenio de la gente mayor”. Puede parecer una frase con golpe de efecto, y antes de que la procese,  me pone un ejemplo. Acaban de tener una donación desde Canarias de 1.500 toneladas de plátanos, pero tenían por resolver cómo iban a traerlos desde allí. Empezaron a hacer llamadas, y entre unos y otros, que les fueron encauzando, lograron hablar con el presidente de Transmediterránea, que puso a su disposición los buques, y los plátanos llegaron a la península, libres de todo coste.

Entre esos voluntarios que andaban cargando, clasificando, empaquetando, etc … estaba Eduardo, un “jovenzuelo” de noventa y cinco años, con una sonrisa preciosa y una vitalidad que consiguió cautivarme. De hecho, nos fotografíamos juntos, y guardaré la instántanea como un pequeño tesoro, y, sobre todo, como un modelo a seguir, alguien a quien no se debe perder de vista.

Reflexiono en voz alta, y traslado a pregunta la reflexión. ¿Cómo es posible, José Antonio, que asistamos a la enorme paradoja que supone, que millones de personas pasen hambre en el mundo, mientras conocemos la realidad de que a diario se tiran a la basura kilos y kilos de alimentos?  Responde contudente:  “Lo más preocupante de todo esto es que casi la mitad de los alimentos que se tiran a la basura, concretamente el 42%, los tiramos desde los hogares. El 39% se va a la basura en la etapa de producción, el 14% se desecha desde el sector de la restauración, y solo el 5% se descarta desde las empresas de distribución, o sea, en tiendas y superficies comerciales, con las que existen acuerdos, a través de los cuales llegan a los Bancos de Alimentos.

Dada la situación de crisis que se vive en los últimos años, ante ese presunto despilfarro que se vive en muchos hogares,  es más que urgente un cambio de mentalidad. Casi puedo intuir que ha leído mi pensamiento, y me espeta con seguridad: “Ése es nuestro objetivo, acabar con el hambre y con el despilfarro, simultáneamente".

España cuenta con ya con 55 Bancos de Alimentos , repartidos a lo largo de todo el país, y mueven 104 kilos de millones al año. A pesar de la crisis, han crecido un 20% anual desde 2010 y sirven de ejemplo entre los bancos europeos. Los proveedores son fabricantes, grandes superficies y cadenas de alimentación que disponen de alimentos en buenas condiciones y sobrantes por puntas de producción o baja demanda. Los beneficiarios son asilos, centros de acogida y otras instituciones de apoyo a discapacitados, inmigrantes, dependientes o enfermos de sida. El trabajo que realizan consiste en gestionar de manera eficaz ese circuito de distribución.

Estoy contenta de haber venido a conocer de primera mano el Banco de Alimentos de Madrid, de haber participado de la alegría que contagian estos voluntarios tan especiales, mientras trabajan. Ellos son el ejemplo de lo que acababa de decirme su “jefe” en el despacho: “Hace falta una solidaridad que se base no sólo en el sentimiento, sino en la racionalidad”. El hombre al que le apasiona leer Historia, y que pronto dejará de presidir la Federación, para dar oportunidad a otras personas, y dedicarse, por fin, algo de tiempo a sí mismo, me cita a Aristóteles, para defender esa solidaridad en mayúsculas, “la capacidad que tengo de hacer, apetezca o no apetezca”. Ahí residen valores como la determinación y el auténtico compromiso. Ese hombre ejemplar se llama José Antonio Busto Villa.

  “Todo lo que se come sin necesidad se roba al estómago de los pobres”. (Mahatma Gandhi)

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