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Cumbre de la OTAN o de la NATO, tanto monta... monta tanto

Cumbre de la OTAN o de la NATO, tanto monta... monta tanto

Esto de la cumbre de la OTAN me agota. Perdón, hablemos con propiedad: su nombre real es NATO. Casi me mato al resbalar con este nuevo zapato cuando intentaba esquivar a mi gato. ¡Qué inoportunos a veces los gatos, que se te cruzan cuando menos te lo esperas! Es como los madrileños, que, en cuanto se descuidan un poco, les ponen la ciudad "patas arriba".


Me disponía a coger el mando de la tele para acallar de una vez tanta NATO y tanta OTAN, que, como diría alguno, la cosa "tiene pelotas", cuando, de repente, veo en pantalla el siguiente rótulo: "Joe Biden, presidente de EE.UU dice que Rusia no amenaza, sino que está ’otanizando’a Europa". En ese momento ya no sé si estoy al borde del colapso o de un ataque de risa. En décimas de segundo mi cerebro decide que, sin duda, elige la segunda opción. Aunque la risa no se materialice en carcajadas, ya os lo he confesado en alguna ocasión: poseo algo innato, que, obviamente, no es la NATO, sino una capacidad muy especial para reirme hacia dentro...

Con Biden aprendo mi primera lección de este día: cualquier palabra es susceptible de cocinar su propio verbo. "Otanizar", sí señor. Seguramente que no tardando mucho. la RAE le dará las gracias al presidente americano, y por qué no, cualquier día de estos pase a formar parte del Diccionario de la lengua española de tan ilustre institución. Mientras pienso en esto, he "caído" de repente (no hacia abajo), en que yo he visto la traducción en español en la pantalla del televisor, pero él ha dicho la frase en inglés, así que me digo:  el verbo, en versión original,  no es "otanizar"... Y ya no puedo parar de preguntarme, cuál sería el verbo:  ¿Quizá "natar" (de NATO). ¡No puedo con tanto recato! Y mientras, por fin, el mando fulmina cualquier resquicio de la OTAN, mis carcajadas, al fin, brotan, y yo me relajo un rato.

Dicen los de la tele que hay casi dos mil periodistas de todo el mundo para cubrir este evento, en el que además de ejercer como anfitrión, España celebra su cuarenta aniversario en la Alianza Atlántica. ¡Mira que nos gusta a los españoles esto de los aniversarios, y no digo lo de celebrar, aunque no haya motivo por el que hacerlo! Esto me retrotrae a cuando se celebró hace cuatro años a bombo y platillo las cuatro décadas de Constitución, y mucha gente nos preguntamos entonces qué se celebraba en realidad, cuando los artículos de la llamada Carta Magna quedan muy bien cuando se leen en voz alta, pero en la práctica, muchos de los esenciales aún siguen esperando hacerse realidad...
Hablando de realidad, no sabemos a ciencia cierta qué saldrá de esta cumbre, aunque a la gran mayoría se nos ocurre una gran incertidumbre, aderezada de no poca servidumbre, algo que, por otra parte, ya es una costumbre.

A las cifras en el número de informadores, hay que añadir otras como el despliegue de seguridad con más diez mil agentes. Y lo que todo el mundo está pensando. ¿Cuánto cuesta todo esto? El Gobierno estima que sumando todas las partidas que conforman organizar la cumbre, se sobrepasarán de largo los cincuenta (50) millones de eurazos. ¡Quién los pillara! Dicho así podría parecer un bote del Euromillón, pero no, no lo es. Se me ocurre que esa cantidad podría haber tenido un mejor destino, como ayudar un poco más en las ya famosas "medidas anticrisis".
Según Míster Biden & company, la Alianza está lista para responder a cualquier amenaza, y eso que no ha venido en su monoplaza. No, se ha traído a "la bestia" , un coche que es casi tan seguro como un tanque, capaz de resistir misiles y ataques químicos. ¡Lo que viene a ser una estupenda coraza!
 
Esto más que cumbre parece un circo en el que cada uno tiene su papel: esta noche todos a cenar al Museo del Prado, y seguro que nadie se siente hipotecado. Bueno, y que no falte de nada, por favor. Por no faltar, ni los cuadros, aunque no creo yo que las susodichas delegaciones se detengan en admirar las pinturas. Para cuadro, el de Leticia y Felipe (por favor, dejadme que me anticipe, y de paso que flipe),  si tienen que dar la mano a tod@s l@s invitad@s. ¡Menos mal que estas cenas suelen ser frías! Pues nada, que ustedes lo pasen bien, que hasta nuestro presidente está de suerte: va a celebrar su santo, el día de San Pedro sin Pablo al lado, muy bien acompañado, y como anfitrión de la cumbre de la OTAN. o mejor dicho, de la NATO, que, otra cosa no sé, pero Sánchez habla un buen inglés, y ahora os dejo, que ya no puedo más con este estrés...

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