Blogia
comunicarparavivir

"Perder el norte, perder la conexión y otras pérdidas"

"Perder el norte, perder la conexión y otras pérdidas"

Aunque muchas veces lo intento, no recuerdo gran cosa de todos aquellos años que conforman la infancia de una persona, y siempre que estoy junto a alguien que da rienda suelta a sus recuerdos infantiles, y los narra con gran nitidez, he de confesar que me siento rara.

He sido partícipe, como casi todos, de las aventuras que much@s amig@s, que se han criado en sus pueblos de origen, cuentan con la alegría infinita del que sabe que aquéllo jamás volverá. Además, todo el que ha vivido sus primeros años en un entorno rural, encierra en su interior, en la mayoría de los casos, un tesoro de vivencias que nada tienen que ver con todos los que nacimos y nos críamos en grandes ciudades. Tras escuchar atentamente sus más tempranas vivencias, siempre he creído que, aunque ellos nunca lo pensaron, sin duda, eran más espabilados, tenían la mente más abierta y al haber estado en contacto con la naturaleza desde muy pequeños, habían desarrollado algo que no tiene nombre, pero de lo que carecemos los de ciudad.

A mi edad me sigue impactando el que muchas personas saben muy bien, por ejemplo, dónde no tienen que aparcar en verano, porque el sol va hacia allá o hacía acá... Aquello del norte y el sur, que much@s todavía no sabemos situar. Bueno, por no saber, es que algun@s, entre los que me incluyo, no es que hayamos aprendido a situar en toda una vida los cuatro puntos cardinales, sino que "perdimos el norte" hace ya tanto tiempo, que ahora el que menos nos importa ya es el que se refiere al mapa.
Dicen que una persona que "pierde el norte" actúa como si estuviese desorientada, como si no supiera dónde está, quién es y cómo debe comportarse. Así es exactamente como nos sentimos muchos en estos momentos. Ni siquiera puedo decir cuándo empezó todo, y cuál es la razón de tanta sinrazón. Siempre he sentido, como much@a, que mi vida debía regirse por la armonía, el equilibrio y la coherencia, pero llega un momento que muchas de nuestras vidas se rigen por el absurdo, el surrealismo, la injusticia, la ausencia de sentido y la inercia... Todo ello desemboca, inevitablemente en una mera "supervivencia".

Cada día pensamos que las cosas deberían ser de otro modo, pero mucha gente te dice a cada momento que "la vida es así, hay que aceptarla", "no sirve de nada sufrir tanto", "al final, lo importante es disfrutar, sin pensar demasiado", etc... etc...Y, entre tanto "topicazo", y tanto "Manual de..." para todo, me atrevo a preguntar: ¿Creéis que existe una ínfima esperanza? ¿Es, quizá, esa misma esperanza, la que nos "mata" poco a poco y sin darnos cuenta, pero nos deja un tanto "anestesiados" agarrados a esa confianza, al fin, por lograrlo?

¡Esto no pretende ser un ensayo filosófico, no pretende ser nada! Alguien hablaba hace unos días de acabar con las malditas etiquetas en todos los ámbitos, y no puedo estar más de acuerdo. ¡No a las etiquetas!, ¡No a los estigmas!. ¡Basta ya de encasillar todo y a tod@s!  Ahora que "caigo": ¿Cuánt@s perdieron el norte hace un par de tardes ante la "caída" de sus  imprescindibles "conexiones"???  

Desde mi derecho y mi libertad de expresión lanzo en este momento esta consigna: ¡No a la esclavitud de los teléfonos, mensajes, redes sociales y cualquier cosa que se parezca al control absoluto de las personas! La tecnología es estupenda, y debe estar a nuestro servicio, y no al revés. Es intolerable el hecho de que la gente crea que debemos ir pegados al móvil, para, que, ante el más mínimo requerimiento, dejemos todo lo que estamos haciendo, y se nos vaya la vida en responder, por otra parte, a nimiedades, en el noventa y nueve por ciento de los casos. Sé que afirmar todo esto, no es políticamente correcto, pero también hace ya tiempo que me cansé de serlo. Es más, y no lo digo para jactarme de ello: soy una persona poco convencional, y un tanto "anárquica", aunque pueda parecer lo contrario.

Y ya que estamos, me gustaría que también "conste en acta", que el tiempo de las personas que, en estos momentos, no tenemos un empleo, NO es menos valioso del que las que sí lo tienen. Te llama alguien a la hora del día que sea, y tú, claro, como eres un pobre desocupad@, que no tiene nada que hacer, tienes que estar ahí (sí ó sí) para aguantar lo que sea, cómo sea y el ilimitado tiempo que "eso" pueda durar.  Por poner una nota cómica, y, como diría nuestra añorada Lina Morgan: "No, hija, Noooo". ¿Qué sabes tú, que llamas para que las horas de oficina no sean tan tediosas, lo que pueda estar yo haciendo? ¿Podrías, alguna de esas veces, suponer que, por ejemplo, estoy escribiendo una novela que dará mucho que hablar? ¿Sería demasiado pedir que puedas suponer que ese día no tengo el cuerpo para escuchar tantas tonterías juntas? ¿O que estoy leyendo un libro apasionante? ¿O que simplemente he salido a caminar y a sentir la caricia del aire en mi cara? 
Para mí la libertad es ESO: poder elegir qué hacer con mi tiempo, y no, por ejemplo, "estar de cañas por decreto ley" (que también es muy respetable) . Por cierto, no sé si Mark Zuckerberg decidiría irse a tomar unas cañas, para hacer más llevadero lo del pastizal que dicen ha perdido con la caída de Whatsapp, Facebook y demás familia durante unas horas, pero muchísima más gente de la que podéis imaginar pensó para sus adentros aquello tan andaluz de:
"Tanto descanso llevéis, como dejáis"

Por cierto, lo dijo Voltaire hace ya unos añitos:

"Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran".

0 comentarios